Dmitri Medvédev, expresidente de Rusia entre 2008 y 2012, ha pasado de ser visto como una figura moderada y abierta en Occidente a convertirse en una de las voces más agresivas y beligerantes dentro del Kremlin. Recientemente, sus declaraciones incendiarias sobre armamento nuclear han provocado una respuesta directa de Donald Trump, que ha ordenado el despliegue de dos submarinos nucleares como medida de precaución.
"Ucrania es Rusia"
Con 59 años, Medvédev ocupa actualmente un cargo poco relevante como vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia. Sin embargo, ha recuperado protagonismo gracias a sus publicaciones en las redes sociales, especialmente desde el inicio de la guerra de Ucrania. Ha descrito Occidente como "degenerados" y "bastardos", ha afirmado que "Ucrania es, por descontado, Rusia" y ha insinuado el uso de armas nucleares contra los enemigos de Moscú.
Uno de los episodios más polémicos llegó en junio, cuando Medvédev sugirió que varios países podrían proporcionar cabezas| nucleares en Irán, a raíz de ataques norteamericanos contra instalaciones nucleares iraníes. Trump acusó a Medvédev de lanzar amenazas nucleares "de manera casual" y reaccionó desplegando submarinos nucleares en zonas estratégicas.
Este giro radical contrasta con su imagen durante la presidencia, cuando promovía una Rusia más abierta y cooperativa. Firmó con Barack Obama un tratado de reducción de armas nucleares y culminó la adhesión de Rusia a la Organización Mundial del Comercio. Sin embargo, muchos analistas veían Medvédev como un simple sustituto temporal de Putin, que tenía que dejar la presidencia por límites constitucional, pero que mantuvo el poder real como primer ministro.
De un discurso esperanzador a uno de ultra del Kremlin
La subordinación de Medvédev en Putin quedó clara desde el primer día: su primera acción como presidente fue nombrar Putin como jefe de gobierno. Su política de modernización, a pesar de ser retóricamente ambiciosa, fue objeto de burla por su falta de resultados concretos. Las decisiones estratégicas más importantes —como la guerra de Georgia en el 2008— se atribuyeron finalmente en Putin, aunque Medvédev las había defendido como suyas.
Nacido en Leningrado –actual San Petersburgo–, Medvédev debe toda su trayectoria política a Putin. Fue nombrado presidente de la gasista estatal Gazprom, jefe de gabinete del Kremlin y vicepresidente del gobierno antes de acceder a la presidencia con el apoyo directo del mismo Putin.
En el 2017, el líder opositor Alekséi Navalni acusó Medvédev de corrupción masiva, alegando que había construido un imperio inmobiliario con fondos públicos desviados. Este episodio puso en cuestión su anterior defensa de la transparencia y la lucha contra la corrupción.
En definitiva, Medvédev ha pasado de ser la esperanza de una Rusia más moderada a convertirse en uno de los principales portavoces del discurso ultra del Kremlin, con una retórica cada vez más alineada con la línea dura de Putin. A pesar de ocupar un cargo simbólico, su uso calculado de las redes sociales le permite mantener una presencia relevante en el escenario político ruso e internacional.