¿Qué pasa en Irlanda del Norte? Hace dos días que el país está inmerso en una espiral de disturbios antiinmigración y violencia racista, después de que el lunes comparecieran ante el juzgado de la localidad de Coleraine dos adolescentes acompañados por un traductor de rumano, contra los cuales la fiscalía presentó cargos por intento de violación a una niña. Así, el mismo lunes hubo una protesta "pacífica" en Ballymena (en el norte de Belfast) para dar apoyo a la familia de la menor, pero varios individuos enmascarados se desvincularon de la movilización y empezaron a levantar barricadas y a atacar tanto casas como establecimientos de personas supuestamente extranjeras o migradas —cosa que recuerda a los disturbios promovidos por la extrema derecha en el Reino Unido durante el agosto pasado. Las redes sociales se han llenado de vídeos del chasquido de violencia racial.

 

Las protestas escalaron y los violentos empezaron a atacar efectivos de la policía norirlandesa con bombas incendiarias y piedras, cosa que dejó a quince agentes heridos. Entonces, un portavoz policial informó de la detención de una persona de 29 años y calificó el suceso de "delito de odio por motivos raciales". Pero la cosa no acabó aquí, y este martes hubo nuevos actos de "violencia racista" en Ballymena. "Negocios y viviendas han sido atacados y estropeados, y varios vehículos han sido incendiados en la zona. Diecisiete agentes han resultado heridos, algunos de los cuales han necesitado atención hospitalaria", ha explicado este miércoles un portavoz policial.

 

La misma fuente ha informado, que, en esta ocasión, se han detenido cinco individuos. "La violencia sin sentido presenciada en Ballymena es profundamente preocupante y absolutamente inaceptable", ha dicho el superintendente de la policía norirlandesa, Jon Boutcher, que ha advertido que las protestas han puesto vidas en peligro y socavan "el proceso de justicia penal en curso que lidera la policía en apoyo de una víctima que merece verdad, justicia y protección". Para más inri, este martes se registraron altercados "esporádicos" en otras zonas del país, como Lisburn, Coleraine, Newtownabbey y en el norte de Belfast.

 

Ante los hechos, el gobierno norirlandés —de poder compartido entre nacionalistas y unionistas— ha condenado los disturbios raciales, que han dejado 32 policías heridos, cinco personas detenidas y destrozos importantes en solo dos días. El ejecutivo de Belfast ha hecho un llamamiento a la calma y ha subrayado que los responsables de los altercados solo quieren crear "división y desorden" en el país. "Como ministros que representan todos los partidos y departamentos, condenamos enérgicamente la violencia racial de los últimos días y hacemos un llamamiento urgente a la calma a toda la sociedad", han señalado, en un comunicado.

 

Respecto a la agresión sexual que se denunció el pasado 7 de junio a Ballymena, han asegurado que fue "atroz" y que acompañan en el sentimiento tanto a la víctima como a la familia "en este momento tan traumático". También han pedido que el proceso judicial siga su curso "para que este atroz crimen pueda investigarse con rigor": "Los que instrumentalizan la situación para sembrar tensiones raciales no se preocupan por la justicia y no tienen nada que ofrecer a sus comunidades, salvo división y desorden".

 

Como el año pasado, la extrema derecha ha atizado las protestas. El parlamentario local Jim Allister, líder del partido ultra Ve Tradicional Unionista (TUV), afirmó el martes que el "contexto" de la manifestación está relacionado con un "cambio demográfico significativo en la zona" por mor de la "inmigración desenfrenada". En las redes sociales, perfiles de ultraderecha están difundiendo la idea de que las autoridades no han encarado las "preocupaciones locales" y que disturbios como este son la respuesta del pueblo. Algunas personas migradas han tenido que poner la bandera de su país en la puerta de casa para indicar que no son rumanos y que, por lo tanto, "no violan".
 

Disturbios raciales Ballymena, Irlanda Nord / Europa Press
Unos vecinos de Ballymena, obligados a indicar que son filipinos y no rumanos para evitar que los racistas violentos les quemen la casa / Europa Press