Mientras la comunidad internacional ha estado mirando a Gaza o Ucrania, las guerras que han captado la atención mediática en los últimos años, hay un lugar donde se está perpetrando un conflicto armado que empezó en abril de 2023 y que está causando una de las catástrofes humanitarias más graves del mundo. En los últimos días, Sudán ha captado la atención porque el conflicto ha escalado hasta el punto de vivir el momento más crítico, especialmente en la ciudad de Al-Fasher, donde los combates entre las milicias de las Fuerzas de Apoyo Rápido, Rapid Support Forces (RSF por sus siglas en inglés) y el Ejército del país han dejado más de 2.000 civiles muertos, según informes oficiales. Las redes sociales están llenas de vídeos y testimonios que dejan el corazón helado. Violaciones de derechos humanos espeluznantes, con asesinatos sistemáticos, ejecuciones sumarias, ataques étnicos y violencia sexual utilizados como arma de guerra, combates sangrientos en áreas clave, desplazamientos masivos, destrucción de hospitales y servicios básicos, detenciones arbitrarias y ataques indiscriminados que están causando una de las peores crisis humanitarias que existen.

Más de dos años de combates han destrozado las infraestructuras del país y han dejado a las comunidades sin servicios básicos, como agua potable, especialmente en ciudades como Al Fasher, la capital de Darfur del Norte, donde, además de las matanzas masivas, la población sufre una grave crisis alimentaria, con cientos de miles de civiles atrapados en la ciudad, después de 18 meses asediada por las RSF, que ha impuesto una política de terror y barbarie que busca aniquilar a la población civil. Muchas muertes se deben a combates armados, bombardeos y ataques con drones en zonas civiles densamente pobladas, pero también se reportan ejecuciones sumarias, asesinatos sistemáticos, violencia sexual y ataques étnicos, especialmente desde que los paramilitares tomaron el control de la ciudad el pasado 26 de octubre.

Las organizaciones internacionales, como la ONU, la OMS y UNICEF, están advirtiendo que en Sudán se está produciendo masacre de la población, con mujeres y niños. Según la oficina para los derechos humanos de Naciones Unidas, en la primera mitad del año los civiles asesinados aumentaron hasta los 3.384, pero las cifras se han disparado y diversos informes alertan de que las muertes de civiles han superado los dos millares en las últimas semanas. La OMS denunció que el pasado fin de semana más de 460 pacientes y acompañantes fueron asesinados en un ataque al Hospital Materno Saudí de Al Fasher por los paramilitares de las RSF.

La ONU afirmó que existen informes creíbles de “ejecuciones sumarias”, mientras que el Laboratorio de Investigación Humanitaria de la Universidad Yale hizo referencia a imágenes por satélite que muestran “montones de cadáveres de personas ejecutadas en masa”. Los vídeos y las imágenes por satélite muestran escenas de ejecuciones, violencia extrema y desplazamientos masivos que redujeron la población de 1 millón a 250.000 habitantes.

¿Por qué hay guerra?

La guerra civil en Sudán comenzó en abril de 2023 y enfrenta principalmente a las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), lideradas por el general Abdel Fattah Al Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, que inicialmente se crearon para apoyar al ejército en el orden interno, pero que con el tiempo se han convertido en un poder militar paralelo con intereses propios. Las fuerzas gubernamentales controlan la mayor parte del norte y el este del país. Convirtieron Puerto Sudán, a orillas del mar Rojo, en su cuartel general de facto y sede de su gobierno reconocido por la ONU. Mientras tanto, las fuerzas de la RSF controlan la mayor parte del oeste de Sudán, incluyendo casi todo Darfur y gran parte de la vecina Kordofán. Al Fasher era la última ciudad de Darfur bajo el control del ejército nacional, y la caída de la ciudad en manos de los paramilitares es lo que ha desencadenado las graves violaciones y atrocidades, incluyendo ejecuciones sumarias y masacres de civiles, con miles de personas atrapadas en la ciudad en medio de una situación de crisis humanitaria.

Según los analistas internacionales, la caída de Al-Fashar, en la región de Darfur, podría marcar un punto de inflexión significativo en la guerra civil de Sudán, que además de la muerte de decenas de miles de personas, ha causado el desplazamiento de casi 12 millones desde abril de 2023. Hemedti descarta que Sudán deba ser dividido. “La liberación de Al-Fasher no es un paso hacia la separación, sino hacia la unidad de Sudán. Sea en tiempos de paz o de guerra, esto marca un giro decisivo hacia la unidad nacional”, ha asegurado Hamadti, el líder de las RSF. “Quien pida la división de Darfur, Kordofan, el Este o el Norte, es alguien que no ve la realidad. Nunca cederemos ni un centímetro de nuestra tierra. No aceptaremos ninguna discusión sobre la división de Sudán. Sudán permanecerá unido y no será desmembrado”, afirmó taxativamente.

Disputa del poder político, militar y económico

El conflicto entre ambas fuerzas se enmarca en una disputa por el poder político y militar, además de tensiones derivadas de reformas constitucionales y militares que afectan a los intereses de estos dos bandos. La lucha también ha sido motivada por las ambiciones de las facciones para controlar recursos, infraestructuras clave, intereses económicos y la influencia en el espacio político del país, lo que ha provocado un profundo colapso institucional que ha derivado en una de las crisis humanitarias más graves del mundo. Sudán es un país con importantes yacimientos de oro y por su territorio transitan instalaciones relevantes de transporte de hidrocarburos; sin embargo, esta riqueza natural no se traduce en una mejora de la vida de sus ciudadanos, sino que, al contrario, estimula las luchas por el poder y la codicia de las facciones en conflicto. De entre la población civil, la comunidad cristiana ha sido una de las más castigadas por la guerra, objeto de persecuciones, secuestros y asesinatos. Tanto las fuerzas del gobierno como las milicias comparten la religión islámica, dado que Sudán es un país de mayoría musulmana, pero también cuenta con una minoría cristiana significativa y otros grupos religiosos. 

El papel de los Emiratos Árabes

Las redes sociales también denuncian el papel decisivo de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) en esta guerra, apoyando históricamente a la facción de Hemedti, lo que añade una dimensión internacional a este complejo conflicto interno. Los EAU proporcionan armas avanzadas, drones y otros recursos bélicos a los paramilitares de las RSF, facilitando su capacidad ofensiva y la toma de territorios clave como la ciudad de Al-Fasher. Los Emiratos han sido acusados de intervención directa mediante ataques con drones y apoyo logístico, lo que ha hecho que Sudán haya roto las relaciones diplomáticas con Abu Dhabi desde mayo de 2025. Detrás del suministro de armas, los Emiratos buscan proteger sus intereses económicos en Sudán, especialmente en el comercio y la extracción irregular de oro, ya que el líder de las FSR, Mohamed Hamdan Dagalo Hemedti, tiene amplios negocios en la minería que están ligados a esta economía opaca, en la que los EAU actúan como centro neurálgico para el tráfico de metales preciosos.