Vladímir Putin ha roto finalmente su silencio. Después de casi tres semanas de especulaciones e incógnitas, el presidente ruso ha vuelto a hablar sobre la guerra en Ucrania y las posibles negociaciones de paz. No obstante, lo ha hecho esquivando completamente el ultimátum que le había lanzado su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, quien le dio diez días para acabar con el conflicto. Desde un monasterio ortodoxo situado en Valaam, al noroeste de Rusia, y acompañado por su aliado bielorruso Alexander Lukashenko, Putin ha afirmado que Rusia necesita una paz "duradera y sólida", basada en garantías de seguridad mutua entre Moscú y Kyiv. Sin hacer ninguna referencia a las presiones norteamericanas, el líder del Kremlin ha querido proyectar una imagen de estoicismo, dejando claro que cualquier salida del conflicto tendrá que satisfacer también los intereses rusos. Por su parte, Lukashenko ha instado a Trump a ir "con pies de plomo", recordándole que "dar órdenes aquí no funciona".

En un intento por desencallar el actual bloqueo diplomático —con la cuenta atrás activada hasta el próximo 7 de agosto—, el enviado especial estadounidense para Oriente Medio, Steve Witkoff, tiene previsto viajar a Rusia después de pasar este viernes por la Franja de Gaza. A pesar de este movimiento, Putin se mantiene impasible. En su aparición pública, vestido con camisa blanca y con un ademán visiblemente cansado, el presidente ruso no ha mencionado en ningún momento a Trump, a quien habitualmente ha elogiado por su supuesta capacidad de negociación. A pesar de la amenaza inicial del norteamericano —que advirtió de sanciones y aranceles si no se detenía la guerra antes de cincuenta días—, Putin sigue evitando cualquier confrontación directa. Como única respuesta indirecta, ha afirmado que la decepción expresada por Trump es "fruto de expectativas exageradas" y ha insistido en que las negociaciones de paz tienen que ser "reales y no de cara a la galería".

Putin ha centrado su intervención en las negociaciones con Ucrania, que, según ha admitido, todavía no han abordado los puntos más sensibles de la guerra. A pesar de ello, el líder del Kremlin ha valorado de manera positiva la última ronda de conversaciones celebrada en Estambul: "¿Cómo no se puede valorar positivamente que centenares de personas hayan vuelto a su casa?", ha dicho en alusión al intercambio de prisioneros de guerra acordado en este encuentro. A pesar de este tono aparentemente conciliador, Putin también ha aprovechado para referirse, sin mencionarlo, al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y a unas supuestas declaraciones suyas en las que afirmaba que no vale la pena dialogar con Moscú y que hay que esperar a un cambio de régimen. Con ironía, Putin ha replicado: "Se puede esperar. Si consideran que ahora no es el momento, estamos dispuestos a esperar".

Rusia bombardea y avanza más que nunca

Putin ha defendido que las fuerzas rusas avanzan como nunca en toda la línea del frente, incluidas las zonas fronterizas y las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Incluso ha confirmado la conquista "hace unos días de la ciudad estratégica de Chasiv Yar, en la región de Donetsk, un éxito que el Ministerio de Defensa ruso había anunciado esta semana después de más de un año de combates intensos. Kyiv, sin embargo, lo niega. Zelenski ha asegurado este viernes que Rusia sigue recurriendo a ataques masivos contra civiles: según ha detallado, 31 personas murieron y 159 más resultaron heridas —entre ellas dieciséis niños— en el bombardeo nocturno que el miércoles golpeó Kyiv con una combinación de drones y misiles. "El más joven solo tenía dos años. Mi pésame a las familias y seres amados de los muertos", ha escrito Zelenski en la red social X.

Consecuencias del ataque ruso a Kíiv / EFE
Consecuencias del ataque ruso en Kyiv / EFE

Pero cuando Zelenski habla, Putin hace oídos sordos. El presidente ruso ha dejado claro que su determinación a continuar la guerra permanece intacta, incluso después de los últimos ataques. "Recientemente, nuestros enemigos, nuestros adversarios, hablaron de la necesidad de infligir una derrota estratégica a Rusia en el campo de batalla. Ahora tienen otra, pero ardiente, pasión: detener por todos los medios nuestra ofensiva", ha afirmado el líder del Kremlin, que ha acusado a las potencias occidentales de recurrir a "todo tipo de amenazas" y rearmar al ejército ucraniano, en referencia a las dos baterías antimisiles Patriot que Alemania entregará a Kyiv en los próximos días. Más explícito ha sido Lukashenko, que ha dejado entrever los planes de avance militar hacia el este ucraniano: "Vía libre hacia Kramatorsk", ha afirmado, señalando que esta ciudad es la principal base ucraniana en la zona y advirtiendo que, si Zelenski no acepta las condiciones rusas, Moscú "conquistará" más territorios. "Recuperará; aquello es nuestro", ha matizado Putin.