Como pasa en cualquier país que quiere independizarse, Escocia vuelve a estar inmersa en los pros y contras que supondría su separación respecto del resto del Reino Unido. Y como cualquier otro lugar, hay factores más de actualidad y otros que responden más al fondo y la situación histórica del país.

Claramente la gestión y la defensa de los intereses de los escoceses por parte del gobierno que lidera Nicola Sturgeon son los principales argumentos del independentismo en Escocia, que hace muchos años que acusa a Downing Street y el Parlamento de Westminster de haberlos dejado de lado. Un ejemplo reciente es la gestión de la Covid-19: si sólo el 22% de los escoceses aprueban la gestión que ha hecho el primer ministro británico, Boris Johnson, hasta el 61% valoran positivamente la de Sturgeon, que casi siempre se ha avanzado al líder conservador a la hora de aplicar las restricciones.

El otro gran motivo que el independentismo escocés pretende utilizar para ganar un hipotético segundo referéndum es el Brexit. Aunque hay que decir que los efectos negativos derivados de la separación del Reino Unido de la UE podrían ser similares a los que tendría que afrontar una Escocia independiente de Inglaterra.

STOP BREXIT Nicola Sturgeon Escòcia - EFE

La primera ministra Sturgeon, en campaña contra el Brexit / Foto: Efe

Ahora bien, teniendo en cuenta la realidad del Brexit, una Escocia dentro del Reino Unido se ve obligada a afrontar problemas contra los que votó: como son las barreras comerciales con el resto de Europa, la limitación en la libre circulación de personas o la expulsión del programa Erasmus.

Igual que el Brexit, la capacidad energética podría ser otro factor que podría jugar a favor y en contra de la independencia de Escocia. Porque si bien es cierto que los ingresos que este país tiene por los yacimientos de petróleo del Mar del Norte han disminuido, también dispone de "enormes" capacidades de generación de energía eólica de cara al futuro. Por este motivo, el SNP insiste en que el problema del país no son los recursos, sino que "tenga todos los poderes que necesita para gestionar su propia recuperación".

¿Cuáles son los contras?

A pesar de la incertidumbre que siempre generan este tipo de procesos, sí que hay varios escollos que el nacionalismo escocés tendría que afrontar en caso de materializarse la independencia de su nación. Uno de ellos es la moneda. Sturgeon ya anunció que el su gobierno optaría para mantener la libre esterlina un mínimo de cinco años, cosa que obligaría el país a seguir dependiendo del Tesoro británico. Además, sólo un 13% de los escoceses opta por adoptar el euro, así que el país tendría que crear una divisa propia, con todas las dificultades que eso comporta.

Banco de Inglaterra - Europa Press

El Banco de Inglaterra / Foto: Europa Press

A eso se le sumaría la necesidad de los escoceses de llegar a un acuerdo comercial con Inglaterra, donde todavía van dirigidas el 60% de sus exportaciones (cuatro veces más que con la UE).

También Escocia ha visto cómo ha incrementado su déficit desde el 2014 y los analistas anticipan un deterioro de la posición económica del país por el alza del gasto público ante una menor recaudación fiscal.

Según el Instituto de Estudios Fiscales (IFS), el déficit fiscal escocés puede situarse en el 22% de su producto interior bruto (PIB) en el periodo 2020-21, ante el 8,6% del periodo anterior. Los expertos no sólo atribuyen esta situación a la pandemia, sino también a una caída de los ingresos petroleros del mar del Norte, después de la caída el año pasado de los precios del crudo.

Europa, ¿a favor o en contra?

Aunque desde el Brexit se ha situado a la UE como un argumento a favor de la independencia de Escocia, lo cierto es que todo dependería de cómo actuara. Si bien una hipotética separación del país de Sturgeon podría suponer un caramelito político para los 27 en su pulso con Londres, también hay ciertas exigencias económicas que pondrían en más problemas a Edimburgo.

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La UE mostró su apoyo a Escocia el día que se hizo efectivo el Brexit / Foto: SNP

Y una de ellas es la exigencia de la Unión a rebajar el déficit al 3% del PIB, la cual sería difícil para el gobierno escocés si no llega antes a un acuerdo provechoso con el resto del reino Unido y, según algunos expertos, incrementa los impuestos y reduce el gasto público.

 

Imagen principal: Cartel a favor del 'Sí' a la independencia de Escocia / Efe