Corea del Sur hace tiempo que vive bajo la sombra de una amenaza demográfica que cada día se hace mayor. Ahora, el impacto de esta problemática también se ha hecho notar entre las filas del ejército: las fuerzas armadas surcoreanas se han reducido un 20% en solo seis años, según un informe publicado este domingo por el Ministerio de Defensa del país. Las autoridades relacionan este fenómeno con el gran deber pendiente de la sociedad: aumentar la ínfima tasa de natalidad. Con 0,75 bebés por mujer, Corea del Sur es el país menos fértil del mundo, hecho que lo sitúa muy cerca de una auténtica tragedia demográfica si la situación no se revierte urgentemente. En el plano militar, varios informes indican que Seúl, que oficialmente sigue en guerra con Corea del Norte, necesitaría al menos 500.000 soldados —50.000 más de los que tiene actualmente— para defenderse de un ataque de su vecino, que se estima que cuenta con más de 1,3 millones de tropas en activo. A principios de los años 2000, Corea del Sur disponía de casi 700.000 soldados, cifra que ilustra el alcance de una crisis demográfica que se aumenta a medida que pasan los años y plantea un futuro incierto para su sociedad.

Esta disparidad en capital humano con respecto a su vecino del Norte ha puesto en alerta en el gobierno de Seúl, que se ve "en una posición difícil para tener éxito en defensa". Muchas divisiones del ejército se han disuelto o fusionado entre sí ante la falta de personal, a pesar del aumento en el presupuesto de defensa promovido por el gobierno en respuesta a las crecientes tensiones en la región. Si bien estas inversiones superan los 43.000 millones de dólares anuales, una cifra superior al PIB de Corea del Norte, el ejército de Pyongyang es notablemente superior al del Seúl, al menos en términos cuantitativos. El servicio militar es obligatorio en Corea del Sur, pero profundamente impopular entre unos hombres que, al llegar a la edad adulta, se ven arrojados a una competición laboral que exige dedicación plena. Por esta razón, los surcoreanos consideran que tener que servir en las fuerzas armadas es un obstáculo que interrumpe sus prometedoras carreras profesionales. Así y todo, algunos sectores conservadores del país abogan para que incluso las mujeres sean reclutadas por la fuerza, teniendo en cuenta la crisis de personal que sufre el país.

Una población que cae en picado

Corea del Sur es una de las sociedades que envejece más rápidamente del mundo. Su irrisoria tasa de fertilidad se encuentra muy por debajo de los 2,1 bebés necesarios para garantizar el reemplazo generacional. Si la tendencia continúa, se estima que la actual población de 50 millones se puede reducir a la mitad en solo 60 años. Esta caída en picado ha llevado a los más alarmistas a vaticinar un colapso económico y de los servicios públicos que situaría el país "a las puertas de la extinción". Sin embargo, recientemente la sociedad surcoreana ha encontrado motivos para recuperar la esperanza: en lugar de volver a registrar un récord a la baja, la tasa de natalidad ha experimentado un mínimo —aunque muy significante— repunte por primera vez en los últimos nueve años. La solución al problema, sin embargo, todavía está muy lejos, y requiere un cambio profundo en la mentalidad de una sociedad que elude la idea de tener hijos.

Bebés importados y clínicas de fertilidad para paliar la crisis

El ejecutivo de Seúl ha removido cielo y tierra para forzar un crecimiento de la natalidad. La promoción de mejores condiciones migratorias para atraer extranjeros que aumenten el número de "bebés importados" o la inversión en clínicas de fertilidad son algunas de las iniciativas que el país ha adoptado con urgencia para tratar de revertir la inminente crisis. Con respecto a las clínicas, cabe decir que en los últimos años el número de tratamientos de fertilidad realizados en el país ha aumentado casi en un 50%, hasta el punto que el año pasado uno de cada seis nacimientos en la capital —donde vive una quinta parte de la población del país— se produjo con la ayuda de un tratamiento de fertilización. La inmigración como solución a la crisis demográfica, en cambio, es una cuestión que todavía genera recelos entre los surcoreanos. Si bien ha ido aumentando con el tiempo, la llegada de extranjeros sigue lejos de las cifras occidentales.

Un país que ha tocado techo

Hace setenta años, la población de la actual Corea del Sur se recuperaba de una traumática guerra que culminó con la separación de la península en dos estados soberanos. Los surcoreanos eran entonces mucho más pobres que los indios o los chinos, pero, con los años, han firmado una historia de recuperación económica sin precedentes. En las últimas décadas, el progreso también ha llegado en el ámbito político y social, con importantes avances en derechos civiles y apertura democrática. Todo esto ha ido acompañado de una proyección internacional creciente, catalizada por el salto tecnológico de sus empresas y una brillante estrategia de diplomacia que ha hecho de la cultura popular de Corea del Sur todo un fenómeno en el ámbito global. Sin embargo, el país se enfrenta ahora a lo que ya vivió Japón en la década de los noventa: la sensación de haber tocado techo y de encontrarse ante un abismo que obliga al conjunto de población a actuar para evitar llegar a un punto de no retorno demográfico.

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