Las protestas recientes en Los Ángeles, desencadenadas por batidas del ICE en el distrito textil de la ciudad, han generado una ola de movilizaciones masivas que han situado la bandera de México en el centro del debate público. Centenares de manifestantes han salido a la calle para expresar su solidaridad con la comunidad inmigrante y denunciar la política migratoria de la administración Trump. Entre banderas de Estados Unidos y de otros países latinoamericanos, la presencia destacada de la bandera mexicana ha provocado la indignación de varios sectores conservadores.
Los enfrentamientos han acabado con decenas de detenciones y la intervención de miles de miembros de la Guardia Nacional y del Cuerpo de Marines, desplegados por orden del presidente Trump. Esta acción ha estado calificada por el gobernador de California, Gavin Newsom, como una "usurpación ilegal", y ha denunciado el uso de tropas federales como un "abuso de poder".
La bandera de México, históricamente presente en protestas vinculadas a los derechos de los inmigrantes, tiene una carga simbólica fuerte en Los Ángeles, ciudad con más de 3,4 millones de residentes de origen mexicano, la mayor concentración en EE.UU. Sin embargo, las imágenes de manifestantes enfrentándose a la policía mientras ondean banderas mexicanas han estado duramente criticadas por políticos republicanos, que las han interpretado como una muestra de deslealtad y un ataque a la autoridad federal.
El senador de Oklahoma, Markwayne Mullin, calificó a los manifestantes de "ilegales" y "locos" por protestar con una bandera extranjera. El vicepresidente JD Vance afirmó que "insurreccionistas con banderas extranjeras están atacando agentes de la inmigración", y el asesor de Trump, Stephen Miller, describió a los participantes como "extranjeros obstruyendo la ley". Sin embargo, llevar una bandera extranjera —o incluso quemar una bandera americana— está protegido por la Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU. como libertad de expresión.
El uso de la bandera durante las protestas
Expertos como Raul Hinojosa-Ojeda, profesor de la UCLA, denuncian que esta estrategia de demonizar a los manifestantes a través de símbolos visuales como las banderas es una táctica habitual de la administración Trump para dividir y generar miedo. Recuerda que cada protesta sobre inmigración hace aflorar la bandera mexicana, un símbolo de comunidad y orgullo cultural.
Este debate no es nuevo. Ya en 1994, durante las protestas contra la Proposición 187 en California —que pretendía negar servicios públicos a los inmigrantes sin papeles—, la presencia de la bandera mexicana generó controversia. Y en los años 2000, durante otras movilizaciones proinmigración, también fue un elemento central. Jorge Castañeda, exministro de Asuntos Exteriores de México, advierte que hoy, participar en estas protestas sin tener papeles puede implicar detención y deportación inmediata.
Algunos critican que el uso de banderas extranjeras puede desviar la atención del verdadero foco: los derechos constitucionales y el proceso legal en EE.UU. Según Mike Madrid, estratega republicano, eso puede perjudicar la causa y alimentar la narrativa de Trump.
Sin embargo, para muchos participantes, como Antonio Rodríguez de los Brown Berets, la bandera mexicana no es un símbolo de división, sino de comunidad, identidad y resistencia. Para ellos, mostrar orgullo cultural no es incompatible con ser americano; al contrario, es una manera de reivindicar su historia y raíces dentro de una nación que también consideran su casa.