Los países miembros de la ONU han llegado, durante la madrugada de este domingo, a un acuerdo para proteger los océanos después de años de negociaciones. Hacía una década que se buscaba un pacto como este y durante la última ronda de negociaciones, que empezó el pasado 20 de febrero, se han dejado de lado gran parte de las diferencias geopolíticas de los países participantes para encontrar puntos en común y proteger los océanos. Entre otras medidas, el texto establece las bases por el establecimiento de zonas marinas protegidas, que tiene que facilitar que se cumpla la promesa internacional de salvaguardar al menos el 30% de los océanos de cara al año 2030.
El acuerdo de este sábado busca proteger las aguas situadas además de 200 millas de la costa y que, por lo tanto, quedan fuera de las legislaciones de cada estado y son gestionadas internacionalmente. Con este pacto se crean una serie de zonas protegidas y límites a actividades como la pesca intensiva y la minería marina, que amenazan gravemente el equilibrio del fondo marino de las aguas de alta mar. El acuerdo más reciente en esta materia era del año 1982 y la casi inexistente legislación que existía había quedado anticuada.
"El barco ha llegado a la costa", así ha anunciado la presidenta de las negociaciones Rena Lee, que había acuerdo. El pacto ha llegado este sábado por la tarde después de 38 exhaustivas horas de conversaciones en la sede de la ONU en Nueva York y se establece en el marco de la ya existente Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Busca "asegurar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de las zonas situadas fuera de la jurisdicción nacional". Las negociaciones se habían retrasado durante más de diez años por desacuerdos sobre la financiación y los derechos de pesca y en algunos momentos habían peligrado las negociaciones por las diferencias entre países. Se han alargado tanto que cuando se ha llegado a un texto definitivo, los representantes de Rusia ya habían abandonado Nueva York, motivo por el cual se han reservado el derecho a revisar el texto final.
La importancia del acuerdo para la preservación de los océanos
La contaminación, el cambio climático y las nuevas tecnologías que abren la puerta a la minería marina y a una pesca más intensiva son, según los expertos, las principales amenazas para el alta mar, que supone dos tercios del total de los océanos. A pesar de su enorme importancia para el planeta, hasta ahora estas aguas, situadas además 200 millas marinas de la costa y que son compartidas por todos los países, han sido gestionadas bajo una serie de acuerdos y organismos internacionales, sin una jurisdicción clara, sin demasiada coordinación y con unas normas para su protección que ya se habían quedado anticuadas. La vida marina que vive fuera de las zonas protegidas se ha visto amenazada por el cambio climático, la sobrepesca y el tráfico marítimo. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en la última evaluación de las especies marinas del mundo, casi el 10% estaba en peligro de extinción.
Con el nuevo acuerdo se crean nuevas zonas protegidas, establecidas en el tratado, que pondrán límites en la pesca, las rutas de navegación y las actividades de exploración, como la minería de aguas profundas, en la cual se extraen minerales de un lecho marino a 200 metros o más de profundidad. A los grupos ecologistas les preocupa que los procesos de extracción puedan alterar las zonas de cría de animales, generar contaminación acústica y ser tóxicos para la vida marina. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, que supervisa la concesión de licencias, declaró a la BBC que "cualquier actividad futura en los fondos marinos estará sujeta a estrictas normas medioambientales y de supervisión para garantizar que se realice de manera sostenible y responsable". Este acuerdo establece una zona denominada alta mar, que son las aguas internacionales en las cuales todos los países tienen derecho a pescar, navegar e investigar, pero solo un 1,2% están protegidas.

Una década de negociaciones y un acuerdo de última hora
Las negociaciones empezaron hace más de una década y hasta este 5 de marzo no se había podido encontrar un texto con que fuera del gusto de todos los países implicados. Entre los asuntos que se han conseguido resolver a última hora destaca un acuerdo entre los países del norte y los del sur sobre cómo compartir los beneficios del mar, especialmente todo el relativo a los recursos genéticos marinos, que son especies que pueden proporcionar nada patentables en el futuro, por ejemplo para su uso en medicina. En esta cuestión chocaban los intereses de algunos países ricos, que son los que tienen más capacidad para aprovechar estos avances, y los del mundo en vías de desarrollo, que temen quedar excluidos.
Las organizaciones ecologistas, muy presentes en todo el proceso, han presionado en los gobiernos para cerrar un tratado sólido y ambicioso, que ven como una oportunidad única de proteger los océanos. "Los gobiernos y la sociedad civil tienen que asegurar ahora que el acuerdo se adopta y entra en vigor rápidamente y que sea implementado de manera efectiva para salvaguardar la biodiversidad en alta mar", ha señalado en un comunicado a Liz Karan, directora de la campaña para los océanos de la organización Pew Charitable Trusts. "Este es un día histórico para la conservación y una señal que, en un mundo dividido, proteger la naturaleza y a la gente puede imponerse a la geopolítica", ha afirmado Laura Meller, del grupo ecologista Greenpeace.