El año 1986, después del accidente en el reactor nuclear de la central de Chernobil, más de 100.000 personas fueron evacuadas de aquella área, pero la vida no desapareció de lo que desde entonces se denomina zona de exclusión. Todo tipo de animales, salvajes y domésticos, se quedaron habitando la zona, a pesar de su radioactividad. Es más, con el paso de los años y las generaciones, algunos de ellos se han adaptado a los efectos de esta radioactividad, es el caso de los lobos. Según un estudio del laboratorio de Shane Campbell-Staton en la Universidad de Princeton (EE.UU.), los lobos que pasan por la zona de exclusión han mutado para resistir al cáncer.

Casi 40 años después de la tragedia, los lobos que habitan la zona han desarrollado genes resistentes al cáncer. Cara Love, bióloga evolucionista de la Universidad de Princeton, ha estado estudiando los lobos durante una década y su investigación ha descubierto que han alterado los sistemas inmunitarios que son notablemente similares a los pacientes con cáncer sometidos a tratamientos con radiación. Love y su equipo han observado que los lobos de Chernóbil están exponiendo a más de 11,28 mili-remos de radiación cada día durante toda su vida, que es más de seis veces el límite de seguridad legal para un ser humano.

En este contexto, los animales han alterado los sistemas inmunitarios de manera similar a los pacientes con cáncer sometidos a tratamiento con radiación, pero más significativamente también identificó partes específicas de la información genética de los animales que parecían resistentes al aumento del riesgo de cáncer.

¿Cómo afecta a los humanos?

Más allá de la curiosidad que puede satisfacer saber que los lobos de Chernóbil han evolucionado en un corto lapso de tiempo por poder soportar la radiación de su entorno, los investigadores esperan extrapolar estos conocimientos en el tratamiento humano. Para ilustrarlo, se puede poner el ejemplo contrario, es decir: muchas investigaciones en humanos han encontrado mutaciones que aumentan el riesgo de cáncer, con la presencia de la variante del gen BRCA. Cobre lo trabaja de Love y sus compañeros intentan identificar mutaciones protectoras, en cuentas aquellas que aumentan las posibilidades de sufrir un cáncer, las que aumentan las probabilidades de sobrevivir.

Investigar en plena guerra

Esta investigación empezó hace diez años, el año 2014. Desde entonces, entre la pandemia y la invasión rusa, el equipo de Love no ha podido visitar como querría la zona de exclusivo, sin Embargo, la doctora y líder de la investigación, defensa el trabajo a distancia. "Nuestra prioridad es que las personas y los colaboradores estén tan seguros como sea posible", ha sentenciado, según recopilación Sky News.