Después de muchas dudas sobre la salud de Joe Biden y preocupación por las constantes muestras desconcierto en público que ha dado lugar a situaciones tan curiosas como ver a un presidente de los Estados Unidos caer de su bicicleta cuando no estaba pedaleando, parece que el líder vuelve a coger impulso y recupera buena parte de la popularidad que había ido perdiendo desde su llegada a la Casa Blanca enero del 2022 después del asalto al Capitolio de los seguidores de Donald Trump. Aunque esta nunca ha estado especialmente alta.

La caída de Biden empezó ahora hace un año, cuando el ejército de los Estados Unidos abandonó Afganistán, hecho que provocó la vuelta de los talibanes al poder de este país, mientras centenares de personas intentaban huir. Desde entonces, le ha costado levantar el vuelo y se acabó de hundir con la llegada de la guerra de Ucrania, que ha provocado un aumento de los precios que repercute directamente sobre la vida de sus conciudadanos. En julio, su popularidad tocó fondo.

Prohibir los rifles y las armas de asalto

Ahora, sin embargo, con las elecciones legislativas del otoño a la vista, Biden crece hasta al máximo de este último año. El presidente ha empezado ya la campaña por no perder el control del Congreso, algo que parecía un hecho hace solo unas semanas, centrando el debate en dos grandes temas: policía y el control de las armas. Más enérgico que nunca, el líder ha asegurado ante sus votantes de Pensilvania, uno de los estados claves de estas elecciones, que está "decidido" a prohibir los rifles de asalto a los Estados Unidos.

Biden ha aclarado que respeta la Segunda Enmienda de la Constitución, en la que queda recogido el derecho a llevar armas, incluso ha asegurado que tiene dos escopetas en su residencia. Pero eso no puede significar, opina, aceptarlas en la calle y en las escuelas de los Estados Unidos, todavía con el recuerdo de la masacre de Uvalde en la cabeza, en la que murieron una veintena de niños y sus profesoras. También hizo mención a la masacre de Bufalo, en el estado de Nueva York este verano, en la que murieron 10 personas.