Cuándo uno piensa en viajar a Roma en pleno mes de agosto le viene a la cabeza el calor que sufrirá, el sol que le quemará y el gentío que encontrará en cada rincón. De hecho, más famosos que los milenarios monumentos lo son las eternas colas que se tienen que aguantar para poder entrar y admirarlos cómo se merecen. Este año, el sol y el calor han vuelto con más intensidad que nunca (más de 30 grados en la sombra y sensación de 40 al sol), pero las multitudes de ciudadanos del mundo no han aparecido. Y eso, como ya os podéis imaginar, es gracias al coronavirus.

La imagen que mejor refleja esta 'nueva normalidad' es, seguramente, la que muestra las afueras del Anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo. Si en una jornada habitual de verano casi no se podría andar a causa de los millares de turistas que lo admiran, lo fotografían o lo rodean tratando de imaginárselo 1.800 años atrás, ahora ofrece un aspecto más similar al de un estadio de un equipo de fútbol en un día sin partido.

 

Para que os hacéis una idea más concreta, lo que normalmente era una espera de una hora y media para poder entrar, ahora se ha convertido en un trámite que a duras penas llega a los cinco minutos. Recordad que estamos en pleno agosto y que la cola de 90 minutos que se acostumbraba a hacer era bajo un sol que no perdona.

La imagen se repite en otros puntos icónicos de la que un día fue la ciudad más poderosa del mundo. Sólo el tamaño más acogedor de las plazas que guardan monumentos emblemáticos como la Fontana di Trevi, el monumento a Víctor Manuel II (el Rey que unificó el país) o el Panteón, el cual un día Agrippa construyó para rendir homenaje a la familia de Julio Cesar, pueden hacernos ver el espejismo que la situación está volviendo a la normalidad.

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Pocos centenares de turistas esperan para visitar el Panteón de Roma | Marc González

Esta ilusión, sin embargo, se desvanece fijándose en que fácilmente se puede encontrar lugar en una terraza para comer y que el interior de muchos establecimientos están casi vacíos. Cualquier otro verano, poder cobijarse bajo la sombra de una sombrilla para poder reponer fuerzas era misión casi imposible. "Este año está siendo horrible", comenta el jefe de sala del Napoletano's Phanteon, que añade que el año pasado no cabía ni una aguja ni en la piazza della Rotonda ni en las terrazas de los restaurantes.

Y es que lo cierto es que la mayoría de calles y plazas del centro de la Ciudad Eterna están siendo visitadas por los mismos italianos, que como muchos otros europeos han optado por hacer turismo en su mismo país. A pesar de este esfuerzo para ayudar a recuperar la tercera economía de la UE que algunos podrían considerar un acto patriótico, "el sector está exhausto", según ha asegurado el portavoz de la federación de hoteles Federalberhi, Giussepe Roscioli, al diario italiano La Repubblica.

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Las terrazas del centro histórico de Roma, medio vacías a causa de la baja afluencia de turistas | Marc González

Y es que más allá de los visitantes nacionales, sólo un pequeño porcentaje de franceses, británicos y españoles se han desplazado hasta la capital italiana. "Ha habido un pequeño retorno del turismo, pero en pocas semanas los clientes que estaban en la ciudad por trabajo han desaparecido", ha añadido Roscioli. Ahora bien, el sector que peor lo está pasando es el del lujo: hoteles de cinco estrellas y boutiques de marcas exclusivas como Channel o Gucci han visto como sus clientes habituales, turistas norteamericanos, rusos y asiáticos, han desaparecido de la capital italiana. El resultado traspasado a los datos es que sólo el 20% de los hoteles romanos han abierto para la temporada turística de este verano.

¿Y el Vaticano?

A pesar de ser otro Estado, concretamente el más pequeño del mundo, la Ciudad del Vaticano sufre, evidentemente, el mismo problema. Si en una situación normal la cola para entrar en la Basílica de San Pedro era de casi tres horas, ahora la espera se ha reducido a poco menos de treinta minutos. Ya en el interior del templo, los visitantes pueden admirar la que es la iglesia más importante del mundo con mucha más tranquilidad (y espacio) del que hay habitualmente.

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Imagen insólita de la plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano | Marc González

Algo similar pasa con el Museo Vaticano, donde destaca la famosísima Capilla Sixtina. Hay que apuntar, sin embargo, que aquí sí que se forman algunas aglomeraciones en algunas estancias a causa de las reservas online, que hacen que se acumulen las visitas.

Tres mil años de "sabiduría y conocimiento"

Sin embargo, cuando uno pasea por la antigua capital del Imperio romano, ve que, a pesar de estar a medio gas, el ritmo de la ciudad no se detiene. Y es que en cada rincón se puede encontrar a alguien admirando o fotografiando uno de los centenares de vestigios de la ciudad fundada por los gemelos Rómulo y Remo hace ya casi tres mil años.

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Imagen del Coliseo desde el Altar de la Patria | Marc González

Porque aunque el coronavirus no ha desaparecido, los datos no son, ni muchos menos, tan alarmantes como las de otros países de Europa. ¿Comparaciones? Sí, gracias. Italia está notificando entre 500 y 600 casos nuevos por día, por los 2.000 o 3.000 de España, a pesar de tener 13 millones de habitantes más. Así pues, lejos quedan ya aquellos días en que las calles de Roma y del resto de ciudades de la bota quedaron vacías con sus ciudadanos cantando desde los balcones.

De hecho, ya lo dejó escrito Julio Cesar: "Hablar de la antigua Roma es hablar de la gloria y de la fuerza de los estrategas y guerreros más despiadados que haya conocido nunca la Tierra, pero también es hablar de sabiduría y conocimiento". Pero mientras este conocimiento no acabe con el virus, ¿por qué no disfrutar de la Ciudad Eterna con un poco menos de gente?