Italia vuelve a estar en el centro del debate sobre violencia de género y desigualdad laboral tras el trágico asesinato de Pamela Genini, una joven modelo y emprendedora de 29 años. Genini, residente en Milán, había logrado una carrera exitosa como agente inmobiliaria de lujo y recientemente había lanzado su propia línea de bañadores con una amiga influencer. Su vida parecía plena de éxito, especialmente en un país donde el paro juvenil y la precariedad laboral continúan siendo problemas estructurales. El pasado octubre, la expareja de Genini, Gianluca Soncin, de 52 años, habría accedido a su domicilio y la habría apuñalado mortalmente. La policía encontró a la víctima sin vida en el balcón de su piso, con Soncin a su lado, según informó el juez instructor. Soncin está encarcelado en régimen de aislamiento a la espera de cargos formales por homicidio voluntario, maltrato y acoso.

Este caso es el feminicidio número 72 en Italia durante 2025, según el grupo observatorio Non Una Di Meno, que documenta los asesinatos de mujeres por motivos de género. Desde entonces, cuatro mujeres más han sido asesinadas, y seis casos adicionales se están investigando como posibles feminicidios. El año pasado se registraron 116 casos, ligeramente menos que los años previos, pero las cifras continúan siendo alarmantes.

¿Medidas suficientes para combatir los feminicidios?

Tres años después de que Giorgia Meloni se convirtiera en la primera mujer presidenta del gobierno italiano, muchos críticos cuestionan si se han tomado suficientes medidas para combatir la violencia machista y la desigualdad laboral. A pesar de las reformas introducidas, como el agravamiento de penas en casos de violencia doméstica y nuevas leyes contra el acoso, los expertos alertan de que la prevención queda insuficientemente desarrollada.

Un ejemplo reciente es la decisión del Ministerio de Educación de mantener la prohibición de la educación sexual obligatoria en escuelas e institutos, una herramienta que, según organizaciones internacionales, es clave para educar sobre consentimiento y violencia de género. La oposición acusa al gobierno de perpetuar un modelo patriarcal, mientras que Meloni defiende la medida como forma de proteger a los niños de contenidos ideológicos que considera innecesarios.

Desigualdades económicas 

Además, las desigualdades económicas continúan afectando especialmente a las mujeres. Las cifras de participación laboral femenina son muy inferiores a las masculinas (41,5% frente al 60%), con salarios que pueden llegar a ser hasta un 40% inferiores en algunos sectores. Solo el 39% de los cargos directivos son ocupados por mujeres, y solo el 7% de las empresas italianas tienen una directora ejecutiva. Esta combinación de precariedad, falta de apoyo a la crianza y desigualdad salarial contribuye al descenso continuado de la tasa de natalidad, que ha caído a 1,13 nacimientos por mujer en los primeros meses del 2025.

Muchas mujeres jóvenes, como Ariana Ricci, reconocida profesional con estudios internacionales, se encuentran atrapadas entre las oportunidades profesionales y las dificultades para formar una familia. La combinación de contratos temporales, falta de derechos de maternidad garantizados y la pobre oferta de servicios de cuidado infantil hace que muchas prefieran posponer o renunciar a la maternidad.

El debate italiano sobre violencia y desigualdad de género muestra que, a pesar de la proyección internacional positiva del país, las mujeres continúan enfrentando obstáculos significativos en la vida cotidiana. La tragedia de Genini y las cifras alarmantes de feminicidios subrayan la necesidad de una acción más decidida para proteger a las mujeres y reducir la brecha de género en Italia.