La ciudad japonesa de Hiroshima ha albergado este miércoles la conmemoración por el 80 aniversario del bombardeo atómico que sufrió de la mano de Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial. Unas 55.000 personas de 120 países han participado este miércoles en una ceremonia por la paz y por la desnuclearización, un contundente mensaje que resuena en un contexto internacional cargado de belicismo: con los ojos del mundo sobre el tercer año de guerra en Ucrania y sobre el asedio israelí a Gaza, mientras la comunidad internacional se rearma en una calma tensa que ha mantenido al mundo en vilo durante los días en los que estalló el fuego cruzado entre Irán e Israel o por la reciente retórica hostil entre Estados Unidos y Rusia que remite a los años de la Guerra Fría.
"A pesar de la agitación actual a nivel de los Estados, nosotros, el pueblo, nunca debemos rendirnos. En cambio, debemos esforzarnos aún más para construir un consenso en la sociedad civil sobre la necesidad de abolir las armas nucleares para un mundo verdaderamente pacífico", ha aseverado hoy el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, a través de una declaración de paz leída durante la ceremonia. En el texto, que se hace público cada año en esta fecha señalada, el alcalde manda un mensaje a los mandatarios de todo el mundo, a quienes pide que reflexionen y tomen conciencia de que sus políticas son las que causan los conflictos.
Matsui ha afirmado que "transmitir las fervientes súplicas de paz derivadas de las experiencias de los hibakusha es hoy más crucial que nunca", tras lo que ha recordado que Estados Unidos y Rusia, que han intensificado su retórica belicista, aún poseen el 90 % de las ojivas nucleares del mundo. Matsui también ha aseverado que esta escalada "ignora flagrantemente las lecciones que la comunidad internacional debería haber aprendido de las tragedias de la historia" y "amenaza con derribar los marcos de consolidación de la paz que tanto se han esforzado por construir".
"Nuestros jóvenes, los líderes de las generaciones futuras, deben reconocer que las políticas erróneas en materia de gasto militar, seguridad nacional y armas nucleares podrían tener consecuencias absolutamente inhumanas", ha añadido el alcalde nipón, que ha invitado a "pensar menos en nosotros mismos y más en los demás". "Por favor, visite Hiroshima. Presencie con sus propios ojos lo que provoca un bombardeo atómico. Acepte con sinceridad el espíritu pacífico de Hiroshima y comience de inmediato a debatir un marco de seguridad basado en la confianza mediante el diálogo", ha concluido, dirigiéndose a los mandatarios de todo el mundo.
La Campana de la Paz ha resonado este miércoles en el Parque Memorial de la Paz de la localidad japonesa durante el minuto de silencio, que se ha producido a las 8:15 hora local, la hora exacta en la que el 6 de agosto de 1945 la bomba Little Boy fue lanzada por el bombardero Enola Gay sobre la ciudad, causando la muerte instantánea de unas 70.000 personas —una cifra que se duplicaría a finales de 1945—. Tres días después, Estados Unidos lanzó una segunda bomba atómica, la Fat Man, sobre Nagasaki, lo que desembocó en la rendición de Japón el 15 de agosto y puso fin a la Segunda Guerra Mundial en el frente del Pacífico. El número de víctimas mortales iría en aumento los años posteriores, elevándose a más de 210.000, por las secuelas sufridas derivadas de la exposición atómica. Los supervivientes son los llamados hibakusha, que durante años se enfrentaron al tabú, al estigma y al rechazo.

Delegaciones de 120 países, en primer año tras el Nobel de la Paz
Este aniversario del bombardeo atómico ha resultado especialmente relevante más allá de por la cifra redonda de 80 años: se trata del primero en el que el número total de supervivientes de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki reconocidos oficialmente ha descendido por debajo de los 100.000 por primera vez desde que comenzó el sistema de certificación en 1957. Según los datos oficiales, la prefectura de Hiroshima cuenta con el mayor número de titulares de la cartilla sanitaria especial de los hibakusha, con 48.310, seguida de Nagasaki con 23.543 y Fukuoka con 3.957. También es el primer año de conmemoración del bombardeo tras el Nobel de la Paz que ganó en 2024 la Nihon Hidankyo, la Confederación japonesa de organizaciones de víctimas de las bombas, compuesta por supervivientes de Hiroshima y Nagasaki.
Ante la efeméride, una cifra sin precedentes de 120 países han participado en el acto en Hiroshima: entre los cuales, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la India. También lo han hecho Israel y, por primera vez, Palestina, si bien este último país no está oficialmente reconocido por Japón. Rusia ha vuelto a ausentarse por segundo año consecutivo tras la invasión de Ucrania —país que sí que ha participado—, si bien Bielorrusia ha participado por primera vez en cuatro años, tras el levantamiento del veto de Hiroshima a ambos países.

Ishiba rechaza un acuerdo nuclear con Estados Unidos
Durante su discurso en la ceremonia, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, ha afirmado este miércoles que su país tiene la "misión" de "liderar los esfuerzos globales" para lograr un mundo sin armas nucleares, como "único país que ha sufrido la bomba atómica en la guerra, y que aplica los tres principios no nucleares" —no producir, no poseer y no permitir armas nucleares en su territorio—. Pese a que se había especulado por el auge de China y las constantes provocaciones de Pyongyang, el mandatario japonés ha rechazado la posibilidad de que Japón comparta armas nucleares de Estados Unidos, ahora país aliado del imperio nipón, y ha reafirmado la voluntad de su Ejecutivo de respetar dichos principios antinucleares, adoptados en 1967.
Se trata de un viraje en su discurso desde que abogó antes de ser primer ministro —desde octubre del año pasado— por una OTAN asiática que compartiera armamento con Estados Unidos. Romper la política antinuclear japonesa, un tabú hasta hace poco en el país, es una postura que ha explorado el Partido Liberal Democrático (PLD), el centroderecha japonés que ha gobernado durante décadas ininterrumpidas, especialmente bajo el mandato del ex primer ministro Shinzo Abe —asesinado en 2022—. Durante el discurso de Ishiba, de fondo, podían escucharse consignas de protesta de manifestantes en contra de las armas nucleares, que provenían de fuera del recinto del acto.

El papa León XIV pide "memoria"
También se ha pronunciado coincidiendo con la efeméride el papa León XIV, quien ha enviado una carta al obispo de Hiroshima, Alexis Mitsuru Shirahama, en la que afirma que "la verdadera paz exige el valiente abandono de las armas", especialmente aquellas que pueden causar "una catástrofe indescriptible". "Las armas nucleares ofenden nuestra humanidad compartida y también traicionan la dignidad de la creación, cuya armonía estamos llamados a salvaguardar", ha aseverado el pontífice, que lleva ya cerca de 90 días de papado.
León XIV ha recordado que, aunque han pasado ochenta años desde aquel "fatídico agosto" de 1945, "las dos ciudades siguen siendo recordatorios vivos de los profundos horrores provocados por las armas nucleares" y aseguró que sus calles, escuelas y hogares "todavía llevan cicatrices —tanto visibles como espirituales— de aquella tragedia". "En nuestro tiempo de crecientes tensiones y conflictos globales, Hiroshima y Nagasaki permanecen como símbolos de memoria que nos instan a rechazar la ilusión de seguridad fundada en la destrucción mutua asegurada", ha insistido el Papa. También ha pedido "forjar una ética global basada en la justicia, la fraternidad y el bien común". "En este contexto, me apresuro a reiterar las palabras tan a menudo usadas por mi amado predecesor, el papa Francisco: 'La guerra es siempre una derrota para la humanidad'", ha concluido el pontífice.