Donald Trump llegó a la Casa Blanca para un segundo mandato el pasado mes de enero decidido a transformar los Estados Unidos de arriba abajo, remodelar el Gobierno Federal, desafiar los fallos judiciales y limitar el poder de los tribunales con decisiones que incluso ponen en peligro la democracia norteamericana, y no contento con eso, se ha propuesto cambiar el orden mundial y los fundamentos de la geopolítica que han imperado desde la Segunda Guerra Mundial. Pero más allá de los cambios políticos, Trump también está transformando físicamente la Casa Blanca, una mansión impulsada por George Washington que se empezó a construir en 1792 bajo la dirección del arquitecto irlandés James Hoban y que se convirtió en la residencia oficial del presidente de los Estados Unidos desde el 1 de noviembre de 1800, cuando el presidente John Adams se mudó a ella por primera vez.
Dejar una huella física y un legado visible
Muchos norteamericanos y los medios de comunicación están asistiendo con incredulidad a los cambios que ha implementado en la decoración interior, en los jardines y que planea hacer en la misma estructura de la mansión que está impulsando al presidente republicano con el propósito de dejar una huella física y visible de su mandato, reflejando su gusto y estilo personal, que no es precisamente clásico, ni minimalista, sobrio o discreto sino, todo el contrario: Trump tiene un gusto ramplón, démodé, ostentoso y recargado, donde el dorado es el color predominante y una decoración que recuerda la de sus propiedades privadas. Así, no es extraño que se le recrimine que quiera convertir la Casa Blanca en un Mar-a-Lago en Washington D. C., como le recriminan los medios.
So now Trump wants to turn the White House into Mar-a-Lago: DC Edition. A 90,000 square foot addition dripping in gold, chandeliers, and the subtle scent of overdue court dates. pic.twitter.com/m6HrxtccbB
— Adam Parkhomenko (@AdamParkhomenko) July 31, 2025
Desde el inicio del aterrizaje de Trump en la Casa Blanca, cuando empezaron a ser evidentes los cambios que iba implementando, los medios de comunicación ya empezaron a comparar la histórica residencia presidencial con la lujosa mansión y club privado Mar-a-Lago ubicado en Palm Beach (Florida), que Trump compró en 1985 por unos 10 millones de dólares. Decía el The New York Times que la Casa Blanca "está pasando rápidamente de ser la casa del pueblo financiada por los contribuyentes a parecerse a una de las propiedades de su cartera inspiradas en el estilo Luis XIV" y que el mismo presidente ha reconocido en las redes sociales que estos cambios son "proyectos divertidos que hago mientras pienso en la economía mundial, Estados Unidos, China, Rusia y en muchos otros países, lugares y acontecimientos". También el New York Post describía las reformas físicas de Trump en la Casa Blanca como personalizadas, extravagantes, y con un estilo decorativo grandilocuente, con exceso de dorados, reflejando sus gustos de Mar-a-Lago, y se hacía eco de las declaraciones del director de comunicaciones de Trump, Steven Cheung, quien asegura que la Casa Blanca no había recibido un "cuidado tan tierno y amoroso" en años como la que está implementando el presidente norteamericano.

La tala de un árbol de 200 años y la planta de la MAGAnolia
Empezando por los cambios en los jardines de la residencia presidencial, una de las primeras decisiones que tomó Trump a principios de abril, tres meses después de llegar a la Casa Blanca, fue ordenar la tala de uno de los árboles más antiguos de los terrenos de la mansión presidencial, el conocido como Jackson Magnolia, un árbol que se plantó durante el mandato del séptimo presidente de los Estados Unidos, Andrew Jackson (1829-1837), hace cerca de 200 años; un árbol simbólico y con una emotiva historia detrás. El presidente norteamericano ocupó su lugar con otro árbol que es descendiente del Jackson Magnolia, pero que bautizó como MAGAnòlia, en homenaje a su lema Make America Great Again (MAGA).
The Jackson Magnolia, the oldest tree on the White House grounds, was removed by the National Park Service today. pic.twitter.com/jakp8l5TMc
— Andrew Leyden (@PenguinSix) April 7, 2025
Adiós al césped de la mítica Rosaleda
Continuando con el jardín de la Casa Blanca, ha sido muy criticado el significativo cambio que ha hecho Trump en los jardines de la Rosaleda de la Casa Blanca, un espacio emblemático diseñado originalmente por Jacqueline Kennedy. El cambio principal ha sido la eliminación del césped que tradicionalmente cubría la zona central del jardín, reemplazándolo por una superficie pavimentada. Esta pavimentación facilita la celebración de grandes acontecimientos y banquetes al aire libre, siguiendo el estilo de su residencia privada en Mar-a-Lago, Florida. El jardín, que mide entre 38 y 40 metros de largo por unos 18 a 20 metros de ancho, ha dejado de ser un espacio con césped y parterres florales para convertirse en un patio con una extensión de entre 684 y 800 metros cuadrados de superficie dura.
Trump's White House concrete Rose Garden patio is finished pic.twitter.com/11dDnhJaE2
— Wu Tang is for the Children (@WUTangKids) Augusto 1, 2025
The White House Rose Garden was once a vibrant haven—lush grass, blooming roses, and life teeming under Kennedy's vision. Now, it echoes Trump: a cold concrete slab, stripping away 60 years of beauty for a Mar-a-Lago vibe. pic.twitter.com/Fj579Wl8e2
— Peter (@_e_tto_) Augusto 1, 2025
This is a brief history of one of the world's most famous gardens, the White House Rose Garden, it may also give us a clue as to why #PedoPresidentTrump made it his project to turn it into a tacky patio like Mar-A-Lago instead of just releasing the #EpsteinTrumpFiles! pic.twitter.com/iTMaFFWLnM
— Shayla Sweatt (@shay_sweatt) Augusto 7, 2025
Pals de bandera monumentales
Los cambios en los jardines de la Rosaleda han sido acompañados de la colocación de dos grandes astas de banderas de 30 metros de altura que son visibles desde lejos, en los jardines norte y sur de la Casa Blanca, hechas de acero galvanizado, diseñados personalmente por Trump, que supervisó su instalación, que pagó de su bolsillo, con un coste aproximado de 50.000 dólares por palo. La cuerda para izar las banderas está contenida dentro del cilindro del palo para evitar ruidos molestos cuando hay viento, una mejora con respecto a los palos que Trump tiene en su residencia privada Mar-a-Lago. Estas banderas se suman a la única bandera que ondeaba antes en el terrado de la Casa Blanca, marcando un cambio visual significativo en el paisaje exterior de la residencia presidencial. Son visibles incluso desde algunos kilómetros de distancia, como desde el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, mostrando un símbolo muy destacado para la imagen presidencial.
🚨| ÚLTIMA HORA: La segunda bandera ENORME de Estados Unidos, fue instalada en la Casa Blanca. El presidente Trump cubrió personalmente el costo. 🇺🇸 ¡VOLVIÓ EL PATRIOTISMO A EE.UU! pic.twitter.com/idRE0ZtDO9
— Eduardo Menoni (@eduardomenoni) July 8, 2025
El Despacho Oval, una jaula dorada
Uno de los cambios más visibles, ya en el interior de la residencia, han sido los que Trump ha implementado en el emblemático Despacho Oval, que ha redecorado con ornamentaciones recargadas de tonos dorados, como águilas en las mesillas, espejos de estilo rococó dorados en las puertas, y pequeños querubines dorados traídos de Mar-a-Lago. También ha triplicado el número a cuadros colgados en las paredes, con pinturas y retratos que llenan prácticamente todos los espacios visuales. Trump ha añadido estatuas, medallones dorados en la chimenea, e incluso una enorme réplica dorada del Trofeo Jules Rimet (la Copa Mundial de la FIFA) y ha reemplazado el histórico escritorio Resolute temporalmente por otro escritorio denominado C&O mientras aquel se restaura. Unos cambios que han costado aproximadamente unos 1,75 millones de dólares y que ha modificado el estilo sobrio y clásico otros presidentes por un espacio visualmente muy recargado que es un reflejo de su personalidad.
Trump y su nueva versión del Despacho Oval: el imperio soy yo.
— Bárbara Tijerina (@bartije) Augusto 2, 2025
La decoración que elegimos revela cómo pensamos.
Y en política, lo que se pone en la pared también se pone en el discurso.
Trump ha redecorado el Despacho Oval como si fuera Versalles. 🧵 pic.twitter.com/QGss2De7wE
Un enorme y lujoso salón de baile de 200 millones
La última extravagancia que Trump planea incorporar a la Casa Blanca la anunció el pasado 1 de agosto una enorme y lujosa sala de baile de 8.400 metros cuadrados al lado del ala oeste de la residencia. Esta ampliación será la renovación mayor en décadas, con un coste estimado entre 100 y 200 millones de dólares, que en parte serán financiados por el mismo Trump y donantes privados. El futuro salón será un espacio no solo para bailes, sino también para banquetes y acontecimientos oficiales, y tendrá capacidad para unas 650 personas y triplicará la capacidad del actual Salón Este, que solo puede acoger a 200 invitados. Las obras empezarán a partir de septiembre y con respecto a la decoración y al estilo del nuevo salón, estará alineado con la estética ostentosa que Trump ha impuesto a la Casa Blanca. El piso será de mármol aseado, incorporará columnas neoclásicas, candeleros de cristal, detalles dorados y techos con incrustaciones doradas, un proyecto que ha suscitado muchas críticas.
BREAKING: We're getting an expansion!
— The White House (@WhiteHouse) July 31, 2025
Beginning in September, construction will begin on a brand-new 90,000 square ft ballroom that will be enjoyed for generations to come. ✨
Visit https://t.co/fYztfJspLP for more information pic.twitter.com/SVvlaDpRmA