Después de teñir de dorado la decoración del Despacho Oval y de instalar un nuevo palo de bandera gigante delante del jardín del Ala Oeste, Donald Trump no parece tener suficiente y sigue articulando cambios y reformas en la Casa Blanca. Este jueves, el presidente estadounidense ha anunciado su última —y nada ambiciosa— propuesta: construir una enorme y lujosa sala de baile en el ala este de la residencia presidencial, proyecto que costará 200 millones de dólares e implicará una de las mayores renovaciones del edificio en décadas. Eso sí, permitirá acoger acontecimientos para unas 650 personas, más del triple de la capacidad de la mayor sala del edificio.
Según ha explicado Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, la administración republicana tiene previsto empezar la construcción en septiembre. Una vez acabado, el nuevo salón de baile permitirá acoger grandes encuentros para líderes mundiales y otros invitados de honor del presidente sin necesidad de montar una carpa en el jardín sur del edificio, como se hacía hasta ahora. Muchas voces ya vaticinan que el estilo del proyecto no será precisamente discreto, y que más bien disfrutará del inconfundible toque personal del magnate republicano: ostentación, lujo y colores chillones, una especie de reflejo de Donald Trump que permanecerá para siempre en la residencia presidencial, a ojos de todos sus futuros inquilinos. Así y todo, el presidente dice que está concienciado con el mantenimiento de la integridad y tradición estética de la Casa Blanca. "El salón de baile estará sustancialmente separado del edificio principal, pero al mismo tiempo su tema y patrimonio arquitectónico serán casi idénticos", ha asegurado Leavitt.
Un proyecto financiado por "donantes patriotas"
El proyecto plantea numerosas dudas sobre su viabilidad, sobre todo si se tiene en cuenta que Trump quiere tenerlo finalizado antes de que se acabe su mandato. Con respecto a la financiación, Leavitt ha dicho que el presidente y otros "donantes patriotas" pagarán las reformas, aunque no han dado más detalles sobre este punto. Si bien los expertos dicen que el republicano tiene bastante autoridad para promover un proyecto de estas características, muchos dudan de la transparencia con que se llevará a cabo la contratación de las empresas y la financiación de las reformas. Por otra parte, también es significativo el momento en que se anuncia esta renovación. Hace una semana, Donald Trump visitó un proyecto de la Reserva Federal para modernizar un edificio antiguo, donde aprovechó para acusar al presidente del banco central, Jerome H. Powell, de mala gestión económica. Ahora, el republicano anuncia unas caprichosas reformas que ofrecerán a sus donantes la oportunidad de ganarse el favor de la Casa Blanca a golpe de talonario.
"La querían desde hacía muchos años", dice Trump
Medio año después de llegar a la presidencia, Donald Trump se ha esforzado en satisfacer sus caprichos como mandatario, cambiando la burocracia federal y forzando cambios políticos radicales. Pero el magnate también ha librado una cruzada personal en el sector privado, exigiendo una nueva receta de la Coca-Cola o amenazando a equipos deportivos para que cambien sus nombres por otros que gustan más al republicano. "Somos buenos construyendo", bravuconeaba el presidente este jueves, asegurando que el ambicioso proyecto será "precioso, de primera calidad, y lo conseguiremos construir rápidamente y a tiempo". Según el criterio del presidente, una nueva sala de baile hace tiempo que tiene demanda. "La querían desde hacía mucho, muchos años". Sin embargo, en 2016, durante la campaña electoral de Barack Obama, el magnate ofreció 100 millones de dólares para la construcción de una sala de baile en la residencia presidencial, y la administración aseguró que "no era algo que se hubiera considerado seriamente". Además, consideraban inapropiado "tener un letrero dorado y brillante de Trump en cualquier parte de la Casa Blanca".