La administración de Donald Trump ha ampliado desde este lunes su capacidad de actuación en Venezuela después de designar formalmente al presidente Nicolás Maduro y a varios altos funcionarios de su gobierno como miembros de una organización terrorista extranjera. La decisión, que representa uno de los instrumentos más contundentes del Departamento de Estado en materia antiterrorista, supone un paso significativo en la estrategia de presión de Washington contra el régimen venezolano y abre la puerta a nuevas acciones políticas, económicas y militares.
La designación afecta al denominado Cártel de los Soles, un término que, según expertos, no describe una estructura criminal convencional, sino una red descentralizada de oficiales y grupos vinculados a las fuerzas armadas venezolanas y presuntamente implicados en actividades de narcotráfico. Maduro ha negado reiteradamente cualquier vinculación con actividades ilegales, y su gobierno ha insistido en que este supuesto cártel “no existe” en términos operativos. Sin embargo, para Washington, el concepto engloba un entramado de corrupción, contrabando y protección institucional que permite a sectores del estado venezolano participar en redes de tráfico de drogas.
Nuevo paquete de sanciones
La declaración como organización terrorista extranjera habilita al presidente Trump a imponer un nuevo paquete de sanciones dirigidas a los activos e infraestructuras del gobierno venezolano. Según expertos legales, la medida no autoriza explícitamente el uso de fuerza letal, pero sí amplifica las herramientas legales y operativas disponibles para la Casa Blanca. En paralelo, fuentes de la administración han defendido que la designación proporciona a EE. UU. “opciones militares ampliadas” para llevar a cabo operaciones dentro del territorio venezolano, una lectura que incrementa la tensión en una región ya sensible al despliegue militar estadounidense.
La decisión llega en un momento de escalada militar en la zona. Los Estados Unidos han desplegado más de una docena de buques de guerra y unos 15.000 soldados como parte de la operación “Southern Spear”, una campaña que el Pentágono presenta como una ofensiva contra el narcotráfico. En este marco, la marina estadounidense ya ha llevado a cabo operaciones que han provocado muertes en ataques a embarcaciones sospechosas. Este incremento de actividad militar se ha producido de manera paralela a informes que sitúan diversas aeronaves militares estadounidenses –incluyendo un caza F/A-18E, un bombardero estratégico B-52 y aviones de reconocimiento– operando a pocos kilómetros de la costa venezolana.
Según fuentes oficiales citadas por medios norteamericanos, Trump ha sido informado de un abanico amplio de opciones que incluyen desde ataques limitados a instalaciones militares o gubernamentales hasta operaciones especiales puntuales. La opción de no actuar también se mantiene como un escenario posible. La Casa Blanca, sin embargo, no ha respondido por el momento a las consultas sobre un hipotético contacto directo entre Trump y Maduro, a pesar de que el presidente estadounidense ha sugerido recientemente que podría estar abierto a conversar “en algún momento”.
¿Intervención militar en Venezuela?
Esta intensificación de la presión estadounidense llega en un contexto interno dividido. Según una encuesta de CBS News/YouGov publicada el domingo, el 70% de los estadounidenses se oponen a una intervención militar en Venezuela, mientras que solo el 30% está a favor. Además, un 76% de los encuestados considera que la administración Trump no ha explicado con claridad su posición sobre una posible acción militar en el país latinoamericano. A pesar de ello, Washington insiste en que el objetivo principal es frenar el tráfico de drogas y contener los flujos migratorios irregulares, aunque al mismo tiempo reconoce que un potencial “efecto secundario” podría ser un cambio de régimen.
Las tensiones también han tenido repercusiones en el tráfico aéreo internacional. Durante el fin de semana, tres aerolíneas extranjeras cancelaron vuelos desde Venezuela después de que la Administración Federal de Aviación de EE. UU. advirtiera de una situación “potencialmente peligrosa” para las aerolíneas que sobrevuelan el país.
La designación del gobierno venezolano vinculado al Cártel de los Soles representa, en esencia, un nuevo capítulo en la confrontación diplomática, económica y militar entre Washington y Caracas, y refuerza la percepción de que la región entra en un período de máxima tensión con posibles implicaciones internacionales.