Las autoridades georgianas habrían utilizado un agente químico datado de la Primera Guerra Mundial para dispersar a los manifestantes contrarios al gobierno durante las protestas de finales de 2024, según una investigación del BBC World Service que apunta al uso de camite, también conocido como bromobencilo cianuro. Este compuesto, catalogado como arma química abandonada por sus efectos duraderos, habría sido mezclado en los cañones de agua empleados por la policía antidisturbios en Tiflis.

Diversos manifestantes explicaron a la BBC que el agua proyectada les provocaba una sensación inmediata de “quemazón” que no podían eliminar, ni siquiera lavándose repetidamente. Uno de ellos, el pediatra Konstantine Chakhunashvili, denunció que la irritación cutánea y respiratoria le duró días y empeoraba con el intento de limpiarse. Alarmado, organizó una encuesta a través de las redes sociales para identificar a otros afectados durante la primera semana de movilizaciones. Cerca de 350 personas respondieron, y casi la mitad aseguraban haber sufrido síntomas durante más de 30 días, desde dolores de cabeza y fatiga hasta tos persistente, dificultad para respirar y episodios de vómitos.

¿Qué dice el estudio?

El estudio, que ha sido revisado por expertos y aceptado para publicarse en la revista científica Toxicology Reports, también incluyó a 69 manifestantes examinados directamente por el doctor Chakhunashvili. Según el informe, todos presentaban una prevalencia “significativamente superior” de anomalías en las señales eléctricas del corazón, un efecto que no se corresponde con la exposición a gases lacrimógenos habituales como el CS.

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El gobierno georgiano ha calificado las conclusiones de la BBC de “absurdas” y “frívolas”, defendiendo que la policía actuó “dentro de los límites de la ley” ante las “acciones ilegales de criminales violentos”. Sin embargo, la cadena británica dice haber recogido testimonios de médicos, expertos en armas químicas y, sobre todo, de varios alertadores dentro de la policía georgiana.

Entre estos denunciantes se encuentra Lasha Shergelashvili, antiguo jefe de armamento del Departamento de Tareas Especiales –el nombre oficial de la policía antidisturbios–, que asegura que el producto probado en 2009 para su posible uso en cañones de agua era "probablemente diez veces más fuerte" que los agentes de control de masas convencionales. Explicó que él y sus compañeros tuvieron dificultad para respirar tras la exposición y que la sustancia no podía eliminarse fácilmente ni con agua ni con soluciones alcalinas. "Si derramas este agente en el suelo, nadie puede quedarse en la zona durante dos o tres días", afirmó, remarcando la persistencia del producto

Shergelashvili recomendó entonces no utilizar aquella sustancia, pero según su relato, los vehículos con cañón de agua continuaban cargados con el mismo compuesto como mínimo hasta 2022, año en que abandonó el país. Al ver las imágenes de las protestas de 2024, explica, reconoció inmediatamente los efectos.

La BBC consiguió, además, una copia del inventario de productos químicos del Departamento de Tareas Especiales, fechado en diciembre de 2019, en el que constaban dos sustancias anónimas: “líquido químico UN1710” y “polvo químico UN3439”. Un segundo alto cargo policial ya retirado confirmó la autenticidad del inventario y que estos dos compuestos eran, con toda probabilidad, los añadidos a los cañones de agua.

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Las características del agente químico

El código UN1710 corresponde al tricloroetileno (TCE), un disolvente utilizado para que otros agentes químicos se mezclen con el agua. El segundo, UN3439, hace referencia a un conjunto amplio de sustancias peligrosas, pero la única con uso histórico como agente de control de masas es precisamente el bromobencilo cianuro (camita). El toxicólogo Christopher Holstege, referente mundial en armas químicas, analizó los datos y testimonios y concluye que todo apunta al uso de este compuesto de la Primera Guerra Mundial. Descartó que los síntomas descritos puedan atribuirse al gas CS, que también se utilizó aquellos días.

Según Holstege, el camite es “marcadamente persistente”, “extremadamente irritante” y nunca debería utilizarse en sociedades modernas. Alertaba de que, si se ha recuperado como herramienta policial, es “extraordinariamente peligroso”: su finalidad sería provocar dolor e incapacidad duraderas, obligando a los manifestantes a abandonar la zona y buscando un efecto disuasorio a largo plazo.

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La relatora especial de la ONU sobre la tortura, Alice Edwards, también expresó preocupación. Considera que el uso de agentes químicos experimentales o con efectos no temporales viola el derecho internacional y que estos casos deberían investigarse “bajo el prisma de tortura o maltrato”.

¿Qué dice el gobierno de Georgia?

A pesar de las críticas, el gobierno de Georgia insiste en que actúa en defensa del orden público. Las protestas en la avenida Rustaveli han disminuido en tamaño a raíz del endurecimiento de las penas y las multas, pero continúan casi cada noche. Los manifestantes acusan al ejecutivo y al partido gobernante, Georgian Dream, de manipular elecciones, acercarse a intereses rusos e impulsar leyes cada vez más restrictivas. El partido niega cualquier alineamiento con Moscú y asegura que las reformas responden exclusivamente al “bienestar público”.