El caso más paradigmático es el de la ciudad de Perpinyà. Desde el 2020, se ha convertido en la principal ciudad gobernada por la extrema derecha, a través de Louis Aliot. En la primera vuelta el Reagrupamiento Nacional llegó en primera posición. Y en la segunda vuelta, para sorpresa de muchos, ha acabado con victoria de Emmanuel Macron por el 52%. Pero es sólo un espejismo, una excepción que confirma la norma: la ultraderecha no hace más que progresar en la Catalunya Nord. Si en 2017 Marine Le Pen consiguió el 47% de los votos en el departamento de Pirineos Orientales, este domingo superó la barrera de la victoria, con el 56,3%.

Perpinyà en particular --y por extensión el departamento de Pirineos Orientales-- reúne los ingredientes perfectos para que la extrema derecha progrese. Antes de la pandemia, el 32% de su población vivía por debajo del umbral de la pobreza. También es uno de los territorios más golpeados por el paro: con cifras oficiales de finales de 2021, llegaba hasta el 13% de la población, de las más altas de todo el país, cuando en buena parte de Francia se sitúa entre el 4 y el 6%. Y Marine Le Pen ha convertido la capital norcatalana en su banco de pruebas particular, siendo hoy la única ciudad de más de 100.000 habitantes en manos de la extrema derecha.

De hecho, a pesar de la victoria de Macron, la extrema derecha también ha progresado en Perpinyà. Si el 2017 Marine Le Pen hizo el 40%, este domingo llegó hasta el 48%. Y lo mismo ha pasado en muchos municipios de la Catalunya Nord, con resultados espectaculares. En Pià, la extrema derecha ha pasado del 59% al 67%; en un lugar tan simbólico como Elna ha subido del 50,8% al 61,3%, o en Prada de Conflent, donde ha aumentado del 39% al 51%. Son sólo algunos pocos ejemplos.

Más allá de la Catalunya Nord, la extrema derecha ha progresado en todo el territorio francés. En las elecciones presidenciales de 2017, Marine Le Pen sólo se impuso en dos departamentos, Pas-de-Calais y Aisne, los dos en el norte de Francia. En estas elecciones, se ha impuesto en 23 departamentos, como a Aisne (59,9%), Córcega Sur (58,3%), Córcega Norte (57,9%), Paso de Calais (57,5%) o Alto Marne (47%), entre otros, concentrados sobre todo en el norte. También en Somme (51%), el departamento natal del presidente Emmanuel Macron.

A todo esto hay que sumar los departamentos de ultramar, con unas características bien particulares (entre otras cosas, una tasa de vacunación mucho más baja). En la primera vuelta la mayoría se decantaron por la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon y esta vez por la extrema derecha de Marine Le Pen. En Guadalupe la candidata de Reagrupamiento Nacional ha llegado hasta el 69,6%

Auge general

La realidad es que Emmanuel Macron ha conseguido salvar la tercera bola de partido que ha tenido la extrema derecha en el siglo XXI. Pero no es menos cierto que esta extrema derecha no ha hecho más que crecer en apoyos. Se vio ya en la primera vuelta, cuando uno de cada tres franceses tuvieron como opción Marine Le Pen o Eric Zemmour. Y se ha podido ver en esta segunda vuelta, donde el Reagrupamiento Nacional ha roto un nuevo techo de cristal. Jean-Marie Le Pen hizo el 18% de los votos en 2002, Marine Le Pen alcanzó el 34% en 2017 y ahora se ha hecho con el 42% de los sufragios en las urnas.