Los Estados Unidos han sido uno de los principales apoyos militares de Ucrania desde que empezó la invasión rusa. La Administración de Joe Biden se ha volcado en el suministro de armas, incluso de armas pesadas, ante las reticencias de los republicanos estadounidenses. Ahora Washington ha dado un paso más suministrando bombas de dispersión a Ucrania, que está inmersa en una contraofensiva que llevaba meses planificando.

El Pentágono todavía no ha dado detalles de este aprovisionamiento, pero se espera que forme parte del pacto de apoyo a Ucrania aprobado hace unos meses. Sin embargo, se trata de una decisión polémica, no por el apoyo militar a la contraofensiva ucraniana contra Rusia, sino por el tipo de armas. Las bombas de racimo son un arma especialmente virulenta y cruel, y por eso están prohibidas en más de un centenar de países, los cuales firmaron la Convención de Municiones de Dispersión de 2008. Entre los firmantes no están ni Rusia, ni Ucrania, ni los Estados Unidos.

¿Cómo funcionan estas armas, que hace que generen tanto rechazo en la comunidad internacional? Básicamente, son bombas que se disparan desde el aire o desde tierra y en su trayectoria se dividen en varias submuniciones. Es decir, una bomba que se fragmenta en pequeñas bombas. Si la capacidad de multiplicarse ya supone un claro peligro, a ello hay que añadir que cuando se dividen no se controla la dirección de las pequeñas. Son bombas que se ramifican indiscriminadamente, por eso se consideran tan crueles.

Tanto es así que Human Rights Watch ha pedido a Rusia y Ucrania que dejen de utilizar bombas de racimo y ha instado a los Estados Unidos a no suministrar municiones a Kyiv, según publica The Guardian.

Dura respuesta a la contraofensiva

Rusia atacó con misiles la ciudad ucraniana occidental de Leópolis, que ha sufrido el bombardeo más letal desde el inicio de la guerra, mientras sigue la incógnita sobre futuro del grupo Wagner. Los equipos de rescate recuperaron el cadáver de una mujer durante la limpieza de los escombros, lo que eleva a seis la cifra de víctimas mortales después del ataque nocturno con misiles de Rusia contra la ciudad, según las autoridades ucranianas.

Por su parte, el alcalde de la ciudad, Andrí Sadovi, calificó el ataque como "el más destructivo" desde el comienzo de la guerra, provocada por la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022, e indicó que "60 apartamentos sufrieron graves daños". Según el ministerio del Interior de Ucrania, 40 personas resultaron heridas y otras 64 fueron evacuadas.