Cerca de mil habitantes del pueblo de Tarsin, en el oeste del Sudán, han muerto o se encuentran sepultadas bajo los restos de un desprendimiento de tierra ocurrida este domingo y que ha dejado con pocas opciones de rescate las víctimas, atrapadas entre las montañas más altas del país africano y los dos bandos de la guerra civil, ya que ninguno de los dos controla la zona donde se encuentra la cordillera. Las fuertes lluvias que han asolado el territorio han sido las responsables de esta tragedia, que ha azotado con dureza el centro de Jebel Marra, una cadena montañosa volcánica donde se encuentran los picos más altos del Sudán y que son la bastión del grupo rebelde Movimiento/Ejército de Liberación de Sudan (SLM/A), que se ha mantenido neutral en el conflicto que enfrenta el ejército sudanés con las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) desde abril de 2023. Las montañas, de hecho, sirven de refugio para decenas de miles de personas que huyen de la violencia a la conflictiva región de Darfur, donde se encuentra la cordillera y que es escenario de los combates entre ejército y FAR. Tan solo una persona ha sobrevivido a esta catástrofe, según informan las autoridades del SLM/A, que han informado del desprendimiento más de un día después de que ocurriera por culpa de la ubicación remota del pueblo de Tarsin -ahora indistinguible entre la naturaleza- y a las dificultades de acceso a un Jebel Marra completamente enfangado por las lluvias de los últimos días.
Hacen un llamamiento humanitario
"La magnitud del desastre es inmensa e indescriptible, lo cual exige la movilización y coordinación de los esfuerzos de los actores locales, regionales e internacionales", ha indicado en un comunicado este martes el líder del SLM/A, Abdelwahid el Nur, que ha recordado que el pueblo de Tarsin "ha sido borrado de la faz de la tierra". El dirigente de la milicia que controla Jebel Marra ha recordado que los habitantes de aldeas y pueblos próximos también temen "correr una suerte similar si las precipitaciones persisten", por lo cual ha pedido con urgencia la implementación de "un plan de evacuación integral y para proporcionar refugio a las personas en riesgo". Por este motivo, ha urgido a Naciones Unidas y a sus agencias, así como a otras organizaciones humanitarias, que "intervengan sin demora" para "salvar la vida de miles de civiles que se encuentran actualmente en peligro a causa de los continuos deslizamientos de tierra".
Naciones Unidas y UE, listas para ayudar
El coordinador residente y humanitario interino de las Naciones Unidas en el Sudán, Lucca Renda, ha respondido al llamamiento en un comunicado y ha asegurado que tanto la ONU como sus socios humanitarios se están movilizando para brindar apoyo a los afectados, aunque no especificó cómo. Renta ha ofrecido su pésame a las familias de las víctimas y al conjunto de la nación sudanesa "en este trágico momento", enfatizando que los grupos de ayuda "no escatimarán esfuerzos por garantizar que la ayuda llegue sin retrasos a los que la necesitan". Por su parte, la comisaria europea de Emergencias y Preparación de Crisis, Hadja Lahbib, ha ofrecido la ayuda de la Unión Europea a través de un mensaje a las redes sociales, donde ha asegurado que "el equipo de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (ECHO) en el Sudán está preparado para coordinar la ayuda en caso de que sea necesario". Por otra parte, el papa León XIV ha expresado a través de un telegrama su "profunda tristeza" por lo ocurrido y ha querido transmitir su "proximidad espiritual" a los afectados.
Las partes beligerantes se comprometen a ayudar
"Anunciamos nuestra plena cooperación con el SLM/A y dedicaremos todas las capacidades del 'Gobierno de Paz' al servicio de nuestro pueblo" en Tarsin, ha asegurado en un comunicado la Alianza Fundacional, compuesta por grupos rebeldes aliados en las FAR que han formado a un ejecutivo paralelo para rivalizar en el terreno político con el ejército. La alianza opositora ha subrayado que "ha formado a un comité de emergencia (...) para abordar los efectos de la tragedia y coordinarse con las autoridades pertinentes para proporcionar información inicial y prestar ayuda y asistencia", si bien todavía no ha habido evidencias de cooperación en medio de temores que los paramilitares entren a Jebel Yarra. La cadena montañosa está estratégicamente situada entre Darfur Sud y Darfur Centre, y se ha convertido en refugio para numerosas personas que huyen de los enfrentamientos a en Al-Fasher, la única ciudad bajo control del ejército en la zona y que lleva más de 500 días bajo asedio de las RSF, y otras áreas del norte de Darfur próximas a esta zona. Por su parte, el Consejo Soberano sudanés, el máximo órgano ejecutivo del país y controlado por la junta militar, ha anunciado su disposición a "destinar todos los recursos posibles para brindar apoyo y socorro a los afectados por este doloroso desastre".
Las FSR llevan desde hace más dos años enfrentados con la junta militar que gobierna el Sudán por el control del país. Esta fuerza rebelde está compuesta por tribus árabes de la región del Darfur, y proviene de las milicias "janjaweed" que lideraron el genocidio de Darfur al principio de siglo en favor del régimen del exdictador Omar al Bashir contra la resistencia de los clanes negros africanos que habitaban la zona, en el marco de una sistemática marginalización y opresión de la región por parte del gobierno central. Las tensiones respecto de la integración de las FSR en el ejército sudanés, entre otros provocados a raíz del golpe de Estado de 2021 que llevó la junta militar al poder, provocaron el conflicto, que ha causado una crisis humanitaria muy grave que ya ha causado la muerte por hambre de más de medio millón de criaturas y ha obligado además de 12 millones de personas a desplazarse forzosamente de sus casas, con 3,5 millones de refugiados en otros países (principalmente los vecinos Chad, Egipto y Etiopía) y casi 9 millones de desplazados internos.
Sin perspectivas para un alto el fuego
El asedio en la ciudad de Al-Fashir se alarga desde hace más de un año y en la última semana, las FAR han intensificado sus ataques para controlar el último reducto del ejército de la junta militar en la región occidental del Darfur y dar un golpe de efecto a la guerra civil que asola el país desde abril del 2023. En el Hadi Idris, líder del Movimiento de Liberación del Sudán, un grupo armado que en febrero se alió con las FAR en el marco de la Alianza Fundacional del Sudán (Taasis, en árabe), afirmó la semana pasada que los rebeldes "tienen bajo control el 80% de Al-Fashir", por lo cual consideró cuestión de tiempo hacerse con la ciudad. "No aceptaremos un alto el fuego en Al-Fashir a no ser que haya una tregua integral en el país, y tampoco permitiremos la salida de los movimientos (aliados del ejército) de Al-Fashir con sus armas en caso de que quieran retirarse de la ciudad", aseguró. Los combates han exacerbado las crecientes necesidades humanitarias de la población, donde la ONU ha declarado la situación de hambre, y según datos del Comisionado de Ayuda Humanitaria a Darfur Norte, la capital del estado acoge a más de 800.000 personas que viven en circunstancias "catastróficas". Y es que el asedio ha provocado una escasez casi total de medicinas y alimentos, ya que los convoyes de ayuda humanitaria apenas llegan y las FAR han excavado profundas trincheras alrededor de Al-Fashir para estrechar el cerco sobre la ciudad.