Los jefes de la diplomacia de Rusia y Estados Unidos, Serguéi Lavrov y Marco Rubio, iniciarán próximamente los preparativos para una nueva cumbre entre los presidentes Vladímir Putin y Donald Trump, prevista para celebrarse en Budapest. Así lo ha adelantado este lunes el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, que considera el encuentro una continuación de las conversaciones mantenidas recientemente en Alaska.

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Según ha confirmado el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, la coordinación de una conversación telefónica entre Lavrov y Rubio “está muy avanzada” y se podría llevar a cabo antes que una reunión presencial. “Es un asunto que está más desarrollado. El encuentro cara a cara aún se está estudiando, y no hay ningún acuerdo concreto sobre dónde tendrá lugar”, ha añadido.

El contenido de los contactos entre ambas partes se centrará principalmente en la guerra en Ucrania y en la política occidental de apoyo militar y económico a Kyiv. Riabkov ha insistido en que la reunión de Alaska estableció “el marco de trabajo” que debe guiar las futuras negociaciones. “No tenemos alternativa: debemos basar todos nuestros esfuerzos en aquello que formularon los presidentes en aquella reunión”, ha remarcado.

¿El objetivo de Putin: ganar tiempo?

Pero el anuncio de esta futura cumbre genera recelos en Europa y Ucrania. Varias fuentes comunitarias temen que, al igual que ocurrió en Alaska, Putin solo quiera ganar tiempo mientras mantiene la ofensiva militar en las regiones ocupadas. Tanto Bruselas como Kyiv consideran que Moscú intenta bloquear cualquier avance real hacia la paz mientras consolida su posición sobre el terreno.

Desde el Kremlin, el portavoz Dmitri Peskov ha negado este extremo y ha asegurado que la posición de Rusia “es clara y coherente”. Según Peskov, Putin no ha cambiado sus exigencias: Ucrania debería retirar sus tropas de las cuatro regiones que Rusia ha anexionado (Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia) y renunciar formalmente a entrar en la OTAN, antes de iniciar cualquier negociación de paz.

Mientras tanto, algunos medios internacionales han informado de que, en su conversación telefónica con Trump de la semana pasada, Putin se habría mostrado dispuesto a detener las ofensivas militares en Jersón y Zaporiyia si Ucrania aceptaba replegar sus fuerzas del Dombás. Esta posible concesión, no confirmada oficialmente, ha generado interpretaciones diversas sobre la verdadera voluntad negociadora del Kremlin.

El desacuerdo entre Moscú y Kyiv

Los desacuerdos principales entre Moscú y Kyiv continúan girando en torno al orden de las acciones. Rusia insiste en que primero hay que consensuar una “hoja de ruta” para la paz, antes de declarar un alto el fuego. Ucrania, por el contrario, exige que se detenga inmediatamente la violencia antes de comenzar ningún proceso político. La comunidad internacional observa con escepticismo estos nuevos intentos de diálogo, en un contexto donde las hostilidades continúan intensamente activas en el frente y las posiciones políticas parecen aún muy alejadas.