Pedir un análisis detallado de una discusión que has tenido con alguien, buscar textos asertivos para respuestas que huyan de generar más polémica. Consejo para saber como flirtear en un idioma que no es el tuyo, responder correos, mensajes, preguntar para gestionar mejor los ataques de ansiedad, como regularse o planes emocionales para superar situaciones. Cada vez más personas utilizan la inteligencia artificial como herramienta para gestionar su vida emocional y sentimental. Según el estudio Singles in America, publicado recientemente, el uso de la IA en el ámbito afectivo ha aumentado un 333% con respecto al año anterior, con un 23% de los solteros afirmando que ya han recurrido a este tipo de tecnología para mejorar sus relaciones. Esta tendencia es especialmente notable entre la generación Z.
El estudio —impulsado por el gigante de las citas en línea Match Group y el Kinsey Institute— revela que las personas utilizan IA para escribir mensajes, ensayar conversaciones, construir perfiles en aplicaciones como Tinder o editar fotografías. Pero va más allá: un 16% de los encuestados admite que ha interactuado con un chatbot como si fuera una pareja sentimental o sexual. Plataformas como Replika o Anima AY permiten crear compañeros virtuales con personalidad propia, que ofrecen tanto apoyo emocional como una forma de evasión de la soledad moderna.
De hecho, un 44% de los usuarios de estas aplicaciones afirman que su pareja de IA les da más apoyo emocional que sus parejas humanas, y un 36% asegura haber experimentado más placer sexual con un chatbot que con una persona real, destaca El País. Este fenómeno se ha intensificado desde la pandemia, que ha consolidado las relaciones digitales y ha acentuado la desconexión social.
El uso de la IA en salud mental y reflexión personal
Pero el uso de la IA también ha penetrado en ámbitos más profundos, como la salud mental y la reflexión personal. El artículo publicado en The New York Times por el psicólogo clínico Harvey Lieberman es un ejemplo revelador. Con 81 años, Lieberman explica cómo empezó a utilizar ChatGPT como un experimento profesional y como, en poco tiempo, se convirtió en una herramienta cotidiana de pensamiento. Para él, el chatbot ha funcionado como una especie de diario interactivo con la cual dialoga entre 15 minutos y dos horas diarias.
La experiencia de Lieberman muestra cómo la IA puede actuar como una "prótesis cognitiva", ayudándolo a ordenar ideas, dar forma a pensamientos abstractos y recuperar el ritmo de pensamiento en voz alta, especialmente valioso en etapas avanzadas de la vida. También destaca como la máquina ha sido capaz de devolverle frases de una gran carga emocional y simbólica, que él mismo no había sabido articular: "Algunas ausencias mantienen su forma", le respondió el chatbot hablando sobre la pérdida de su padre.
Sin embargo, Lieberman insiste en que no se puede confundir la máquina con una relación humana: "Es solo un espejo, pero uno que puede deformar". Por eso, defiende un uso consciente y crítico, evitando caer en dependencias o falsas ilusiones. Según él, la IA no es una terapeuta, pero puede llegar a ser terapéutica si se utiliza con mesura.
Especialistas como la lingüista Naomi Baron o la investigadora Kerry McInerney también advierten que la IA puede erosionar las habilidades sociales si se convierte en sustituto de las interacciones humanas. La tecnología puede ser una herramienta poderosa, pero el crecimiento emocional real solo se consolida a través de la conexión entre personas.