Manifestarse en contra de un régimen como el talibán es de una valentía incalculable. Las mujeres en Afganistán, también motivadas por la desesperación de cuando ya lo tienes todo perdido, han vuelto a dar un ejemplo de eso. Ahora, han sido las madres que se han movilizado hasta las escuelas para exigir que sus hijas puedan volver a clase después de ser expulsadas. En el vídeo que el medio digital contrario al régimen, Kabul News ha publicado, se puede ver una mujer argumentando, ante la mirada de algunos talibanes, su indignación por la prohibición. De momento, no se han difundido más imágenes de las manifestantes y se desconocen las medidas de opresión que han tomado los talibanes en contra de ellas.

Las manifestaciones siempre son minoritarias, si entendemos estas como tradicionalmente las imaginamos cuando hablamos de ellas en el ámbito informativo, pero tienen un gran valor en el contexto que vive la población afgana. Encontramos otros ejemplos similares recientes. El pasado mes de marzo, veinte mujeres y niñas se manifestaron en Kabul contra la decisión de los talibanes de prohibir la educación secundaria para las niñas: "¡Abrid las escuelas! ¡Justicia, justicia!", exclamaban. La veintena de jóvenes y niñas se citaron en medio de una plaza de la capital. Algunas llevaban pequeños carteles en los que se podía leer: "Me habéis sacado mi tierra virtuosa, no me sacáis mi esfuerzo y mi educación". La manifestación duró menos de una hora, antes de ser dispersada por talibanes armados que llegaron al lugar.

La dictadura de los talibanes

También en diciembre del 2021, los talibanes desalojaron con violencia una protesta de mujeres que exigían el fin de los asesinatos extrajudiciales perpetrados a policías y militares del anterior gobierno. Desde que los radicales reanudaron, la ONU ha denunciado 72 ejecuciones por parte de este grupo. Una cincuentena de mujeres salieron a protestar, después de la aparición de un vídeo en que supuestamente se ven miembros de este grupo islamista torturar al excoronel Rahmatullah Qaderi. Según los manifestantes, que también pidieron mejores suministros de alimentos y oportunidades laborales, los radicales dispararon al aire para disipar las marchas. Varios participantes y periodistas quedaron heridos, mientras que otras fueron detenidas.

En agosto del 2021, los talibanes tomaron el control del país después de la marcha de las tropas militares de los Estados Unidos. Este segundo "reinado" está siendo más duro, incluso, que el primero y ya han obtenido la victoria del reconocimiento, parcial, a nivel internacional con reuniones directas con el gobierno chino y ruso. Entonces, los islamistas aseguraron que las mujeres podrían estudiar y trabajar. El portavoz del grupo extremista, Zabihullah Mujahid, afirmó que los talibanes "habían perdonado a todo el mundo por el bien de la estabilidad y la paz en Afganistán" y adelantaba que "trabajaban seriamente en la formación de un gobierno, donde las mujeres podrían estudiar y trabajar". Nada de eso, han cerrado las escuelas, las han abierto de forma intermitente y tan sólo dejan a una escasa educación a las niñas más pequeñas.

Escuelas secretas

Las cifras lo dicen todo: ha pasado casi un año desde que los talibanes tomaron el poder e impidieron que unas 850.000 chicas afganas asistieran a la escuela secundaria, según datos de UNICEF. En Kabul, la provincia rural de Parwan y la ciudad occidental de Herat, las mujeres dirigen escuelas secretas como la de Nazanin. También están encontrando lagunas en torno a la prohibición de los talibanes a las chicas que asisten a la educación secundaria, mediante la explotación de escuelas religiosas o centros de tutorías que reproducen esencialmente los cursos de secundaria. "El hecho de que la gente haya encontrado todas estas maneras diferentes de intentar evitar la prohibición de los talibanes, es una indicación de cómo desesperadamente la gente vuelo educación para ellas mismas, para sus hijas, para las chicas de sus familias", dice Heather Barr des d'Human Rights Watch, que sigue de cerca las violaciones contra mujeres y niñas en Afganistán.

Por otra parte, todavía hay muchas otras leyes y restricciones impuestas a las mujeres por los talibanes de lo que respetan sus derechos humanos básicos, es decir, sus derechos legales a ocupar altos cargos en el gobierno o trabajar como abogadas y juezas. Y tampoco las mujeres pueden viajar más allá de 45 kilómetros sin un mahram –acompañante masculino–, cosa que dificulta mucho la vida de muchas mujeres que viven de forma independiente o no tienen ningún hombre en su familia.