El presidente de la república de Letonia, Edgars Rinkēvičs, ha detenido este lunes el embate de los conservadores letones para retirar al país del Convenio de Estambul, que prevé y combate la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. La semana pasada, el parlamento o Saeima, votó por 56 votos a favor, 32 en contra y dos abstenciones, a favor de la retirada del país del convenio solo dos años después de que el mismo parlamento aprobara su ratificación. ¿Cómo es posible este cambio sin elecciones de por medio? El voto favorable a la retirada se debe a la rebelión de uno de los tres partidos que forman la coalición gubernamental, el ZZS (Unión de Ecologistas y Agricultores), que en su día votó a favor de la ratificación y ahora se ha girado contra el deseo de la primera ministra, Evika Siliņa, que llevaba en campaña la aprobación del tratado. Con la decisión del presidente, la ley vuelve al parlamento, que puede decidir volver a aprobarla sin considerar las reticencias de Edgars Rinkēvičs, que proviene de un partido miembro del Partido Popular Europeo y que ahora lidera el gobierno del país.
En una carta dirigida a la presidenta del Parlamento, Daiga Mieriņa, Rinkēvičs recuerda que en Letonia el Convenio entró en vigor solamente el 1 de mayo de 2024 y que menos de dos años después la Saeima aprueba de manera “urgente” y únicamente en “dos lecturas” una ley para retirar al país de este instrumento internacional. El presidente insiste en el hecho de que “la retirada de Letonia de un Convenio del Consejo de Europa de protección de los derechos humanos sería un precedente” en Europa “que podría poner en riesgo la arquitectura jurídica europea”. Además, y como ha subrayado el jefe de Estado, Letonia sería el primer estado miembro de la UE en retirarse de un tratado internacional de derechos humanos, “lo cual requiere valorar seriamente su compatibilidad con el principio de cooperación leal establecido en el Tratado de la Unión Europea, incluido el principio de igualdad entre mujeres y hombres” establecido en este. A juicio de Rinkēvičs, además, la ratificación y posterior denuncia del Convenio dentro del mismo mandato parlamentario “envía un mensaje contradictorio tanto a la sociedad letona como a los aliados internacionales, poniendo en duda la disposición del país a cumplir de buena fe sus compromisos internacionales”.
Manifestaciones y recogida de firmas a favor del Convenio
La oposición al movimiento de la Saeima ha llegado también desde la sociedad civil letona, por un lado, y desde la esfera internacional, por el otro. Un día antes de la aprobación de la ley, unas 5.000 personas se manifestaron en Riga, la capital, para rechazar el paso que quería dar el parlamento, y protagonizaron lo que los medios letones describieron como una de las protestas más importantes de los últimos años. Letonia tiene 1,8 millones de habitantes, ligeramente por encima del municipio de Barcelona, y Riga concentra prácticamente 600.000. Además, 60.000 letones han firmado ya una petición para que la ley sea reconsiderada, iniciativa que se suma a las cartas enviadas al presidente solicitando la revisión de la ley y que contrasta con las 3.000 recogidas por los partidarios de la retirada. En su carta, Rinkēvičs sugiere que el tema de la retirada debería ser tratado por la próxima Saeima, que está previsto que se elija en las elecciones a finales de 2026.
Los argumentos de la ultraderecha
La iniciativa de retirar Letonia del Convenio ha sido propuesta por la oposición ultraderechista del gobierno, liderada por el partido Letonia Primero, a la cual se sumaron Alianza Nacional, el ZZS y el resto de la oposición parlamentaria. “La Convención de Estambul es un producto del feminismo radical basado en la ideología de género”, decía la formación ultra en un comunicado a Euronews. El partido disputa, principalmente, el artículo 3 del tratado que identifica “género” como “los roles, comportamientos, actividades y atributos construidos socialmente que se dan a lo que la sociedad considera apropiado para mujeres y hombres”. Expertos letones consideran que el debate se ha politizado demasiado y sacado fuera de su contexto: un llamamiento al respeto de los derechos fundamentales de las mujeres. “Esta decisión no solo pone en peligro a las mujeres y las niñas en Letonia, sino que también fortalece los movimientos contra los derechos humanos en Europa y Asia central y apoya las tendencias autoritarias de los gobiernos que se alejan del Estado de derecho, la justicia internacional y los valores democráticos”, dijo Tamar Dekanosidze, de la organización internacional por los derechos de las mujeres Equality Now, en respuesta a la votación.