Bolivia aguanta el aliento ante los comicios más importantes de los últimos años, los primeros sin la izquierda --el partido Movimiento al Socialismo (MAS) del actual presidente, Luis Arce, no pasó la primera vuelta-- y con dos candidatos de derechas a la presidencia del país andino. Una vez ya abiertos los colegios electorales --a las 8:00 (hora local)--, más de 7,5 millones de personas (y otros 369.000 bolivianos en el exterior) están llamados a las urnas, dos meses después de que en la primera vuelta el senador de la centroderecha liberal, Rodrigo Paz, y el exmandatario conservador, Jorge Quiroga, fueran los dos candidatos más votados, aunque ninguno obtuvo suficiente porcentaje para proclamarse vencedor entonces. Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), obtuvo el 32,06% y Quiroga, que representa la alianza Libre, consiguió el 26,70%.

Durante los meses de campaña, que transcurrieron en medio de acusaciones mutuas de "guerra sucia", los dos candidatos han acabado prometiendo acciones inmediatas para sacar a Bolivia de la crisis económica en la que está sumergida, Quiroga con una inyección de dólares para la cual acudirá a organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Paz con la llegada de combustibles que afirma tener ya asegurada para resolver el actual desabastecimiento. Ambos, sin embargo, coinciden en la necesidad de sacar al Estado del modelo económico que durante 20 años ha mantenido el MAS y que, según expertos y opositores, ya está agotado. Mucho han cambiado las cosas desde 2006, cuando Evo Morales, de ascendencia aimara y de origen humilde, se convertía en el primer presidente indígena del país y conseguía dominar la política boliviana sin rivales durante trece años (2006-2019). 

La caída del MAS

Después de dos décadas de gobierno del MAS, que siempre había presumido de aglutinar a la clase popular boliviana --desde mineros hasta indígenas y también intelectuales de izquierdas--, rompiendo con la lógica elitista de los años 90, se ha visto fracturado durante los últimos años de la legislatura de Arce y el pasado agosto, bajo la candidatura oficialista de Eduardo Castillo, obtuvo poco más del 3% de los votos, quedándose sin representación en el Congreso. Paralelamente, Evo Morales, exlíder del MAS e inhabilitado por la justicia para volver a presentarse --la Constitución establece que solo hay derecho a una reelección--, acabó haciendo campaña por los votos en blanco y nulo desde la zona cocalera del país.

Los expertos señalan que el MAS ha muerto por culpa, precisamente, de su éxito. Con Morales en el poder, el MAS redujo la pobreza en el país del 60% a menos del 37%, logrando que gran parte de los indígenas --que hace 20 años vivían segregados-- pasaran a formar parte de la clase media boliviana y que, por lo tanto, ahora ya no se sientan interpelados por los discursos revolucionarios que catapultaron a la izquierda. El MAS ya no tiene propuestas para una sociedad que, gracias a la izquierda, cada vez se siente más vinculada a la idea del ascenso económico. Una paradoja que ha significado el ocaso de Maduro, primero, y del MAS, después. Porque una vez que el color de piel ya no representaba un problema para ascender económicamente, el significado de la palabra 'indígena' ha ido perdiendo relevancia. Esto explicaría que parte del voto indígena haya traspasado hacia Quiroga, representante de los sectores históricamente más racistas de la sociedad boliviana.

Recuperar la economía sin perder la identidad

Con la izquierda en fuera de juego y en medio de una grave crisis económica, marcada por la falta de combustible en todo el país --las estaciones de servicio están colapsadas--, Bolivia busca pasar una página más de su historia. El desafío es ahora recuperar la economía, sin perder la identidad indígena --alrededor del 40% de los bolivianos lo son--, a pesar de las transformaciones sociales que ha vivido el país a causa de las migraciones de las familias de origen rural hacia las zonas urbanas. El resultado son, sobre todo, jóvenes nacidos en ciudades como El Alto --en la periferia de la capital La Paz--, que se han adaptado a una vida urbana, alejándose del socialismo y simpatizando cada vez más con un giro más bien liberal.