Hay un fragmento de La grande bellezza en que Jep Gambardella entrevista a Talia Concept, una artista conceptual que hace una performance en el Parco degli Acquedotti de Roma: absolutamente desnuda, su obra se basa en correr con los ojos vendados hacia un muro para acabar estampándose de cabeza. Gambardella, dudoso que aquello se pueda considerar arte, le pregunta a la artista cuáles son sus referentes literarios, pero ella responde diciendo que no lee, ya que ella vive a base de vibraciones. "-Entonces, para Usted, qué son las vibraciones"?, le replica él. Talia Concept no es capaz de explicar qué son aquellas vibraciones que dan sentido a su vida y Gambardella, decepcionado, se marcha de la entrevista pensando que acaba de hablar con una farsante que no toca de pies en el suelo.
Por qué vibrante es un gerundio más bonito que frizzante
Tan cierto es que Talia Concept es una farsante como que, a menudo, no saber encontrar palabras en aquello que uno siente es sinónimo de estar sintiendo muchas cosas. Pensaba todo eso anteayer, en la finca Heredat Casa Llopart, justo cuando por primera vez en la vida me acerqué a la nariz el Vi Brant, el nuevo vino perlado de Llopart. Si Jep Gambardella hubiera estado a mi lado en aquel momento, le habría dicho que yo también vivía a base de vibraciones, concretamente las vibraciones de aquellas pequeñísimas burbujas que me estallaban en el paladar después de haber hecho el primer trago. ¿"Frizzante?", me habría preguntado él. "Certo, ma meglio diciamo vibrante, Jep, Vi Brant", le habría dicho yo con mi italiano del Penedès.
A quien tenía al lado no era al personaje más célebre de Paolo Sorrentino, sino a Pere Llopart, máximo responsable técnico de la bodega y que definió este Xarel·lo Rojo como un ancestral que ha acabado la primera fermentación dentro de la botella. ¿Uno espumoso ancestral? No. ¿Un Clásico Penedès? Tampoco, aunque sea un vino de la DO Penedès. ¿Un lambrusco a la catalana para beber en una cena de final de curso? Por el amor de Baco, evidentemente que no. "Un vino de aguja ancestral embotellado de manera muy singular", tal como lo definió Llopart. Uno rosado eléctrico y elegante, suave, maravillosamente fresco en la nariz y que no es un vino pensado para emocionarte o tocarte la fibra, sino para hacerte vibrar en aquellos momentos de relax en que un bueno rosado hace más agradable el acto de vivir.
Un viaje sensorial, un orgasmo de vibraciones
A Talia Concept le gustaría la Masia Llopart, el lugar donde el año 1887 empezaron a hacerse los primeros espumosos de la familia. No hay que ser una persona a quien le gusta estamparse de cabeza y en pelota picada contra muros de la época de los romanos para sentir fascinación por la antigua bodega Llopart, sin embargo, ya que el solo hecho de saber que entre estos muros se han elaborado algunos de los mejores vinos espumosos de la historia de nuestro país ya pone la carne de gallina. Aquello que decíamos de las vibraciones, vaya. Pues por si fuera poco, ahora resulta que Llopart ha decidido compartir con el resto del mundo los pequeños tesoros que se esconden en esta bodega: la Enoteca Familiar de Llopart, es decir, las botellas de largas crianzas que la familia guarda de cada una de las cosechas. Once referencias nuevas al mercado, en total: tres de Leopardi (añadas 2014, 2012 y 2011), cuatro de Original 1887 (añadas 2010, 2009, 2008 y 2007) y cuatro de Ex Vite (añadas 2011, 2010, 2009 y 2008).
Estamos hablando de jugar con el tiempo, de abrir un cofre cerrado y rendirse a la tentación del tesoro. De consolarse en el presente con aquello creado en el pasado. ¿Como definir un Leopardi del 2011, fabulosamente expresivo, nada tostado y con un final tan abierto que al probarlo parece que hayas abierto una ventana? ¿Como no sentir vibración al tropezarse con un Original 1887 añada 2009 a quién Pedro Ballesteros ha otorgado 97 puntos en la revista Decanter? ¿Cómo no creerse que "la vida viene de la vid", como dice el lema del Ex Vite, si cuando pruebas un añada 2008 tienes la sensación de caminar por la viña de Les Flandes y sus burbujas, finas, parece que te haga una caricia al paladar?
Sin duda, los grandes vinos son eso: universos dentro de una copa con la capacidad de decirlo todo sin decir nada, sea con emociones, tonalidades o aromas. Y decirlo, sobre todo, a la manera de Talia Concept: con chispazos que nos cautivan y nos sacuden tanto, que, a diferencia de lo que le pasa a ella, nos hacen brotar palabras. Quien quiera beber para vibrar, que vaya al bar; quien quiera vibrar con la vida, que vaya a las largas crianzas.