Buena parte del encanto de veranear en la Costa Brava o, cuanto menos, pasarse ni que sea por un solo día, es la gastronomía, con un corolario de propuestas que van desde los más tradicionales de masía, con brasa y hervor en las de autor, premiadas con estrellas y soles. Y este escenario es muy común a muchos destinos, pero lo que pone la guinda, en el caso de la Costa Brava, son las vistas, el entorno y el concepto tan veraniego de cenas al exterior. Lo aprovechan, y lo incorporan al menú como si de un plato fuera, tres restaurantes excepcionales en el Baix Empordà: el Soca-rel, en Llofriu, el Clara, en Begur, y la pop-up de Cañitas Maite en el festival La Santa, en Santa Cristina d'Aro.

En el Soca-rel, el entorno rural de Llofriu es propiamente el extenso comedor del restaurante, donde Jordi Garrido ofrece lo que llama como "cocina de barraca". Garrido, de Játiva de origen, es ampurdanés de adopción: después de trabajar en importantes fogones estrellados y viajar por Asia intercambiando su conocimiento sobre el arroz por recetas asiáticas, allí donde iba a parar, finalmente ha llevado a cabo un proyecto personal que ya soñó, décadas atrás, como si llevara a cabo el destino que tenía adjudicado.

Soca-rel es la vida y la memoria del cocinero, que se ejecuta en el restaurante mostrando las similitudes que una barraca popular de Játiva tiene con la cocina popular ampurdanesa, conectando la cocina de la memoria. Principalmente, la vertiente social de juntarse para cocinar y comer, compartiendo, pero también la huerta y los arrozales, como lo que con tanta cura cultiva al Albert Grasot en el Estany de Pals. Y por descontado los arroces, que se elaboran en una amplia cocina de lineales de parrillas a la vista, con delicioso sabor primario y perfume de casero gracias a la leña de restos de poda de las cepas de la bodega Mas Ollero que utilizan para la cocción.

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El lineal de parrillas, cocinando arroces, en el Soca-rel / Foto: Jordi Domènech

Esta gran barraca recoge toda la esencia: ingredientes de temporada y de rotundo kilómetro 0, con presencia de huerta (la ensalada espectacular ofrece varias lechugas, tomates, remolacha dulce y rábanos y la ensalada de tomate, un catálogo de variedades de tomate escaldado y aliñado con destreza, como el de penjar, el bombeta, el corazón de buey o el cherry), entrantes populares muy bien ejecutados y en racionado generoso, como la ensaladilla rusa, los sedosos buñuelos de bacalao o las magníficas croquetas y, por descontado, los arroces. El de pescado de roca con calamar, sepia y gamba roja es una fiesta de estilo socarrado, sabroso sin ser demasiado potente y con una cocción del grano impecable, con las gambas peladas sin trabajo y al punto.

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El arroz de pescado de roca, calamar, sepia y gamba roja del Soca-rel / Foto: Jordi Domènech

En Begur, otro bastión del trinomio vistas-encanto-gastronomía, se disfruta en el restaurante Clara desde el 2022. Y los responsables, son otro trío: Fran Llobet en los fogones, Àlex Ruiz en la sala y el Aníbal Santiveri. En el Clara han conseguido encapsular en sus platos suculentos y el servicio informal toda la atmósfera que se recuerda de un día fantástico de verano: diversión, tiempo que se escurre, el fresco colándose en el jardín y muchos otros momentos, porque comer aquí es hacer que el reloj pare de correr. Este oasis en pleno Begur se encuentra en los bajos del Hotel Aiguaclara y el nombre es un guiño tanto a la ubicación como un homenaje a la propiedad del hotel, que tanto les ayudó en sus inicios.

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El calamar con salsa mar y montaña del Clara / Foto: Elma Murcia

Vinos naturales y de proximidad acompañan platos donde el producto es la estrella, de altísima calidad y con una intervención justa, sin florituras. Es ejemplo el calamar con salsa mar y montaña: esta salsa impulsa el sabor del calamar, que se presenta entero, patas incluidas, tostado pero conservando el punto elástico de textura al cortar y morder. Una suculencia para mojar pan. La tostada de anchoa con mantequilla fumada es otra declaración de principios: lo que es sencillo, es sabroso. Los huevos con patatas y gamba roja, una muestra que no hace falta bogavante para percibir el lujo. Y así con todos los platos de la carta: un viaje del mar en la montaña y de vuelta, sin despeinarse, jugando con el recetario del guiso y el hervor y la mínima intervención. Lo mejor de cada casa, en la mesa.

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Las tortillas à la minute, imprescindibles del Clara / Foto: Elma Murcia

Ya pasado el meridiano de la séptima edición, el festival La Santa, ubicado en el Santa Cristina Horse Club de Santa Cristina d’Aro, brinda una oportunidad única de disfrutar de una experiencia estrellada Michelin a un precio ajustado y en un entorno precioso al aire libre. Cañitas Maite, o los Cañitas Maite, tal y como se conoce al dúo de chefs de Albacete, Javier Sanz y Juan Sahuquillo, han instalado una pop-up dentro del recinto, con opción a escoger a la carta o bien optar por el menú degustación de 7 platos y dos postres por 59 €, bebidas no incluidas. Desde la mejor croqueta del mundo, premiada en el Madrid Fusión 2021, a un bikini trufado con pastrami, delicado y sabroso o un donut de rabo de toro. Originalidad, creatividad y cordura al servicio de la gastronomía, una razón más por la que pasarse a disfrutar de La Santa, abierto todos los días desde las 18 h hasta la 1 h de la madrugada.

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En el Cañitas Maite se encuentra la mejor croqueta del mundo o un excelente bikini trufado / Foto: La Santa