En Ciutat Vella, al lado de la Rambla, en la calle Escudellers número catorce, encontramos el segundo restaurante más antiguo de Barcelona, con 170 años de historia, Los Caracoles. Can Bofarull, como se le conocía, empezó como bodega de barrio en 1832 y con el tiempo se convirtió en punto de encuentro de famosos y personal de la farándula, y así lo reflejan las innumerables fotografías que llenan las paredes.

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La fama de sus caracoles corrió como la pólvora

La primera propietaria del local, Pepita Bofarull, tenía una bodega en este mismo lugar donde vendía un poco de todo. Ella dejó el negocio a su sobrino, Miquel Bofarull, cuya pareja llevó el negocio y decidió empezar a hacer tapas para entretener el hambre mientras hacías un trago. La fama de sus caracoles corrió como la pólvora en la ciudad y decidieron cambiar el nombre del local a Los Caracoles en el año 1915.

Pollos

Asador del restaurante Los Caracoles

Más tarde, en 1934, abrieron el famoso asador en el exterior del restaurante que les dio tanto renombre, pero fue en los años sesenta cuando Los Caracoles y la calle Escudellers se convirtieron en el lugar preferido por los marineros americanos que desembarcaban con la Sexta Flota, de repente y hasta hoy las noches se convirtieron en interminables. Entonces los platos más emblemáticos, aparte de los caracoles, eran el cochinillo, los arroces, el bacalao, la zarzuela y el entrecot.

Actualmente regentan el local Aurora y Ramón, hijos de Feliciano y Cristina, hija de Agustí

Miquel tuvo dos hijos, Feliciano y Rosa; más tarde, Feliciano tuvo cuatro hijos, dos de los cuales, Ramón y Antonio, llevaron el negocio. Antonio, genio y figura, se movía por Barcelona en carruaje, él atrajo al restaurante las figuras más destacadas de la época, tuvo un hijo y murió. Ramón tuvo dos hijos, Feliciano y Agustí. Actualmente, regentan el local Aurora y Ramón, hijos de Feliciano y Cristina, hija de Agustí.

comedor

Comedor de Los Caracoles

Recuerdo, cuando era joven, en la Barcelona preolímpica, que a menudo cerrábamos la noche cuando nos echaban del Sidecar, el Pipa Club o el Karma, de la plaza Reial, o del Harlem Jazz Club, de la calle Comtessa de Sobradiel, nos íbamos a comer un shawarma en el Buen bocado, local desaparecido desde hace unos años y situado justamente delante de Los Caracoles. Entonces, el paisaje en el barrio era muy sórdido, porque te encontrabas yonquis, prostitutas, matones y camellos en todas las esquinas.

Salvador Dalí

Salvador Dalí en el restaurante Los Caracoles

Aurora me explica que actualmente los caracoles son el plato estrella y más demandado, los cocinan tal y como hacía su bisabuelo; pero también tienen mucho éxito la bullabesa, que fotografió el reconocido fotógrafo de Marilyn Monroe, Irving Penn, y que publicó en la revista Vogue en 1948; las gambas al ajillo, el plato preferido de Lenny Kravitz; los arroces; el cabrito; el cochinillo; las manitas de cerdo; el biscuit con turrón, inventado por el abuelo; la crema catalana; los helados artesanales y el pijama de toda la vida: melocotón en almíbar, flan, biscuit y nata.

Comedor y botas

Comedor y botas

Sorprende que el president Aragonès y la alcaldesa Colau no hayan pisado nunca el local, deben ser más de comer cocido madrileño, quién sabe. En cambio, Jordi Pujol y Pascual Maragall sí que eran clientes habituales, igual que en su momento Àngel Guimerà, Joan Miró o Salvador Dalí, entre otros.

La leyenda continúa

Ahora mismo, el futuro de Los Caracoles está garantizado, me comenta Aurora; pero todavía no saben con quién, hay hijos de Aurora, Ramón y Cristina que podrían estar interesados, aunque son demasiado jóvenes y se están formando por todas partes. En este sentido, todavía queda partido.