La Vinya del Senyor es una vinoteca privilegiada ubicada justo enfrente de Santa María del Mar. Desde el inicio de la pandemia la he visitado a menudo, en parte por la posibilidad de instalarse más fácilmente en la terraza. Desde allá, la plaza de la iglesia toma una perspectiva insólita, como alterada, que distorsiona los puntos de fuga y, a pesar de la muchedumbre, genera un aire íntimo y acogedor. Y justo aquí, en medio del Born, este martes reencontré a mi amigo gallego en una velada que recordaré para siempre. El primer vino en la Vinya del Senyor salió tocado, o diremos muy desviado de las explicaciones previas de la sumiller (y mira que insistimos en un vino sin defectos). El segundo, en cambio, estaba exquisito (un tal 30.000 maravedíes, de la Bodega Marañones). Total, que devoramos el vino bajo el rosetón y, a la hora de pagar, mi amigo gallego puso dos monedas de 30 euros sobre el ticket. Cabe decir que el metal tenía, incuestionablemente, un aspecto suntuoso. Por un lado, aparecían los reyes mirando hacia la izquierda, y, por el otro, una peregrina con mochila, sombrero y bastón, en un camino acotado con una vieira hacia la Catedral de Santiago. Ante ese gesto imprevisible, la camarera nos informa que no se aceptan monedas de 30 euros, ni bitcoins, ni cosas por el estilo. Pero mi amigo insiste en que son de curso legal y le dice que debería sentirse afortunada de que le pague con esto. "En Galicia (añade), nunca me han rechazado una moneda de 30 euros y es mi derecho  que las aceptéis. Y si no, que venga la Policía y nos diga lo contrario”.foto1

(Detalle de La Viña del Señor con la iglesia de Santa María del Mar reflejada / Foto: La Viña del Señor)

Los mossos no tienen ni idea de si este tipo de monedas son de curso legal, sirven para pagar, o si el local está obligado a aceptarlas

La escena es totalmente quijotesca y yo me entrego con fervor al momento. La encargada está hecha un saco de nervios y llama a la Policía. Antes, doy mi nombre y aclaro que yo mismo pagaré con tarjeta si se concluye que estas monedas no son de curso legal (hasta entonces, imagino que pensaban que todo era una maniobra trilera para no pagar). Mientras no llega la policía el ambiente puede cortarse con un cuchillo. Consigo que nos pongan dos copas de vino, esta vez pagando por adelantado, y me consuelo pensando que somos casi los últimos clientes y que ni incomodamos al resto ni entorpecemos en exceso el trabajo de las chicas. Y, finalmente, al cabo de unos minutos aparecen los mozos de escuadra. Después de escuchar a todas las partes y de hacer gestiones por la radio, llegan a la siguiente conclusión: no tienen ni idea de si este tipo de monedas son de curso legal, sirven para pagar, o si el local está obligado a aceptarlas. Y, ante este callejón sin salida, plantean que lo mejor que podemos hacer es pagar con tarjeta y formalizar una reclamación. Mientras los agentes siguen observando las monedas —por un momento parecía que las fueran a morder—, liquido inmediatamente la cuenta. Y, como quien se hace con un souvenir, me apropio de una de las dos monedas que brillan sobre el mostrador.

Si bien se trata de una moneda de curso absolutamente legal, no puede utilizarse su valor nominal para realizar pagos. O, al menos, los establecimientos no están obligados a aceptarla

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(La prueba del delito: las dos monedas de 30 euros sobre el tique de caja / Foto: Joan Carbó)

A raíz de este evento me he puesto en contacto con la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, que es la entidad que emite esta moneda dedicada del Año Santo Jacobeo 21-22 (Xacobeo). Según me cuentan, “no se trata de una moneda conmemorativa como las de 2 euros que se emiten periódicamente (es una costumbre de que todos los Estados Miembros lo hagan anualmente para conmemorar sus eventos históricos o culturales), sino de una moneda de coleccionismo que, casualmente, tiene un valor facial de 30 euros y se adquiere y puede canjearse en el Banco de España por la misma cantidad (por ejemplo, por 15 monedas de 2 euros, o dos billetes de 10 y 20 euros). Como cualquier moneda de coleccionismo emitida por esta entidad, si bien se trata de una moneda de curso absolutamente legal, no puede utilizarse su valor nominal para realizar pagos. O, al menos, los establecimientos no están obligados a aceptarla. Ahora bien, dado que vale lo que cuesta y viceversa, es comprensible que haya gente que las acepte. Normalmente, por la presencia de oro y plata en su aleación, el valor facial de las monedas de coleccionismo no se corresponde con su precio de compra. Por ejemplo, la última moneda de coleccionismo de 2021 dedicada al 275 aniversario de Francisco Goya, a pesar de tener un valor facial de 50 euros, vale 363 euros. Y, por este motivo, si fueras al Banco de España a cambiarla solo te devolverían 50 euros, es decir, su valor facial. En este sentido, el caso de la moneda de 30 es especial”.

El gesto de intentar pagar el vino con monedas de 30 euros me parece trascendental; como una suerte de reivindicación de que el vino no puede pagarse con dinero normal

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(Detalle del interior del Denassus, el templo del vino del Poble-sec / Foto: Denassus)

Lo que más me ha sorprendido de este universo numismático es la poca gracia de las temáticas escogidas y la falta casi absoluta de motivos alimenticios o gastronómicos. Hay decenas de monedas conmemorativas y de coleccionismo con jugadores o elementos del mundo del fútbol, un sin fin con locomotoras o aviones, con escudos, con la imagen de los reyes, con referencias al mundo del arte o a la herencia colonial... pero no hay ninguna con una pata de jamón, con una tortilla con patatas, una paella, un pulpo a la gallega o una butifarra con secas. Con motivos tan aburridos, no me extraña que mi amigo gallego sea de los pocos iluminados que acuda al Banco de España a comprar monedas de coleccionismo para después intentar pagar vinos o comidas siderales con ellas. Si, por ejemplo, hubiera una moneda única con el mismo precio que valor facial, y con cierto tirón como la moneda del Año San Jacobeo (se emitirán un millón), pongamos, con la imagen de un racimo de uvas, estoy seguro de que ésta circularía entre los amantes del vino y que incluso, en un sitio como la Viña del Señor, se podría pagar con ella. En este sentido, es una lástima que se haya utilizado el cuadro de La Vendimia de Goya para emitir una moneda de coleccionismo de 50 euros, pero con un precio de 363. I acabo. En un momento donde lo verdaderamente auténtico (como el dinero físico) tiene las horas contadas, el gesto de intentar pagar el vino con monedas de 30 euros me parece trascendental; como una suerte de reivindicación de que el vino no debería pagarse con dinero normal. Y, casualidad o no, en el templo del vino del Poble-sec, el Denassus, al día siguiente de nuestro primer intento nos aceptaron una moneda de 30 euros.

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(Moneda conmemorativa del 275 aniversario de Francisco Goya, donde aparece su cuadro La Vendimia / Foto: Casa de la Moneda y Timbre)

Fotografía de portada: Casa de la Moneda y Timbre