Una de las experiencias que me gustaría haberme ahorrado en esta vida, es aquella de entrar en espirales de terribilitis, atizadas por el "y si..." y no ser capaz de salir sin daños colaterales, tejemanejes de la psique que ahora a medio camino de esta vida, he decidido ponerme manos a la obra para aprender a hacerla callar. Otras situaciones menos intensas en las que perdemos el contacto con la realidad, son las típicas y tópicas de llegar a la cocina y no saber qué ibas a hacer, entrar a comprar naranjas y salir con un candado, o pasarte tres salidas de la autopista porque tenías la cabeza ve a saber donde. A menudo vivimos instalados en el pensamiento, desconectados de nosotros mismos, de nuestra vida y del ahora. Por si no teníamos suficiente con los malabarismos maquiavélicos de la mente para alejarnos del ahora, llegaron los teléfonos para poner cucharada.

Mientras tanto paseamos por la vida como moscardones preocupados, convivimos con individuos más afortunados, aquellos que han aprendido a vivir arraigados y apuntalados al ahora. Son personajes que viven prestando atención llena a todo aquello que hacen. Caminan y se dan cuenta de que el otoño ya está aquí porque miran los árboles con intención y curiosidad. Los mismos que son capaces de captar el buen día del compañero de trabajo que hoy suena como uno "he pasado la noche en blanco". Individuos que saborean las comidas como si el mundo se tuviera que acabar después de la copa, café y puro, presentes en cada mordisco, conscientes del olor que desprende, de la textura, de la compañía, de la conversación... En pocas palabras, que la vida no les pasa por alto.

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Un nuevo concepto estalla con fuerza: el mindful eating / Foto: Pixabay

A menudo vivimos instalados en el pensamiento, desconectados de nosotros mismos, de nuestra vida y del ahora. Por si no teníamos suficiente con los malabarismos maquiavélicos de la mente para alejarnos del ahora, llegaron los teléfonos para poner cucharada.

El nombre del remedio a las situaciones de desconexión es aparentemente sofisticado, el mindfulness, o atención llena; para hacerlo fácil y rápido de entender, podríamos decir que es el tradicional "baja de la parra y mira dónde pones los pies que te darás de cabeza". Es la práctica o el modus vivendi de estar presente (en y con todos los sentidos), en aquello que estamos haciendo ahora, con curiosidad, interés, siendo conscientes de las emociones que nos genera, sin juzgarlas, solo observándolas. No hay que tener problemas de terribilitis para vivir en la conciencia llena, pruébalo unos cuantos días y verás el giro que te da la vida. Terapéuticamente, sin embargo, el mindfulness se utiliza para hacer callar los pensamientos irracionales y ficticios, que nos agobian y nos alejan del disfrute del ahora.

La alimentación consciente o el mindful eating

¿Pensemos, cuando fue la última vez que disfrutaste plenamente de la experiencia de una comida?, o cuántas veces has comido delante del teléfono, o de la tele, con la mente ajetreada, el autopiloto en on, y te has zampado una bolsa de patatas fritas o de cacahuetes sin ni darte cuenta de ello? En los EE.UU., ya hace años que se hace uso del mindful eating como medio alternativo para perder peso, evitar las tapizadas por estrés o compulsivas y sobre todo, para disfrutar más plenamente de las comidas. Es un método que nos invita a estar presentes mientras comemos o cocinamos, es sencillo y gratuito; prestar la atención llena en el plato y en la cazuela.

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Los pasos y etapas del mindful eating / Foto: Adobe Stock

En contra de las dietas convencionales, la alimentación consciente o mindful eating, defiende la teoría que estas son las culpables del estrés que se genera en torno a la alimentación, provocándonos presión y falsas expectativas. Su narrativa sigue diciendo que las personas obsesionadas a ser delgadas hacen el sordo al hambre, mientras que las personas que comen en exceso hacen lo mismo con la saciedad, los dos casos, desvían la atención de la verdadera necesidad del momento, creando una relación nada saludable entre ellas y el hecho de alimentarse. Heidi Godman, editora ejecutiva de la revista de salud de la Universidad de Harvard, se harta de publicar artículos para promover este método, que según la prestigiosa escuela, asegura que si lo llevamos a cabo diariamente, seremos más felices y evitaremos los kilos de más.

¿Cómo funciona?

De entrada cuando nos disponemos a comer, recomienda alejar los teléfonos de la mesa, apagar la tele, y sobre todo si es posible, comer en un lugar tranquilo. Para aquellos que quieren perder peso, antes de empezar a comer, sea una comida o un bocado, recomienda hacer el ejercicio de detenerse unos segundos y pensar en aquello que estamos a punto de ingerir, en lugar de poner en marcha un acto automático de engullir, y preguntarnos: ¿tengo realmente hambre?, ¿lo necesito ahora eso?, a media comida, ¿estoy lo bastante harta o tengo que seguir comiendo?, ¿me he servido demasiada comida o demasiado poco?, ¿qué me aportará nutricionalmente? La americana recomienda fijarnos con las texturas, colores, y olores, hecho que nos reconectará con los sentidos. El propósito es conseguir prestar la atención llena a la experiencia de la comida.

La filosofía de la alimentación consciente va en contra de lo que a menudo entendemos por "buenas maneras". A todos nos han dicho, no te levantes de la mesa hasta que te hayas acabado todo lo que tienes en el plato. El mindful eating para niños, los enseña a escucharse y a ser conscientes de cuándo se sienten satisfechos, y normaliza guardar lo que sobra para el día siguiente. El Instituto de Medicina Integrativa de la Universidad de Duke, recomienda que durante el ejercicio de mindful eating masticamos sin prisa y que dejamos la cuchara o tenedor en la mesa entre cucharada y cucharada. Mientras avanzaba en la lectura del manual, pensé que para perder peso quizás sí que era una buena ayuda, siempre que no te dediques a comer conscientemente, con atención llena, un buen trozo de tocino cada día, pero a quien seguro de que haría feliz sería en aquellos que se pasan horas en la cocina. La satisfacción de cocinar para alguien que come presente es la mejor de las terapias; aprendemos a hacer callar la voz de las preocupaciones mientras comemos y el TN también.