Giuliano Lombardo, fundador y alma del restaurante Tramonti de Barcelona, ha fallecido a los 75 años, según ha comunicado su familia este lunes a través de las redes sociales del local. “Hoy se reúne Giuliano Lombardo con su hermano Franco en el cielo, dejándonos un gran vacío a la famiglia y amigos”, han escrito en un emotivo mensaje publicado en Instagram, que concluye con un “ya te echamos de menos” en italiano. El anuncio llega solo ocho meses después del fallecimiento de Franco Lombardo, hermano y cocinero del local, que murió el pasado mes de abril. El vínculo entre ambos hermanos y el restaurante era tan fuerte que la familia ha decidido poner punto final a su historia: el Tramonti, situado en la avenida Diagonal número 501 y considerado el primer restaurante italiano de la ciudad, bajará la persiana definitivamente el próximo 31 de diciembre. Abierto en 1980, el local ha sido durante más de cuatro décadas un emblema de la gastronomía italiana en Barcelona.

Giuliano, que había acumulado experiencia como maître en varios restaurantes de Europa, se estableció en Barcelona pocos años después de que lo hiciera su hermano Franco. Juntos, sacaron adelante un primer proyecto: el pub Sausalito, que se hizo famoso porque actuaba Eugenio. Más adelante, tras traspasar el negocio, los dos hermanos decidieron emprender una nueva aventura abriendo un restaurante en la avenida Diagonal. Ese local se convertiría en el Tramonti, un clásico de la cocina italiana en la ciudad. Cuando el restaurante ya era una realidad consolidada, Ana, la hermana pequeña, se sumó al proyecto familiar.

 

A finales de los setenta, la cocina italiana era todavía una gran desconocida en Barcelona. Las pizzas y pastas que se ofrecían en aquellos tiempos eran habitualmente simples y poco elaboradas, muy alejadas de la oferta actual. En este contexto, el Tramonti destacó por ofrecer una propuesta auténtica y de calidad, ganándose el respeto de clientes fieles y convirtiéndose con los años en uno de los pioneros y referentes de la gastronomía italiana en la ciudad.

El prestigio del Tramonti no solo se construyó a base de tradición y constancia, sino también gracias a una carta que ofrecía platos con ingredientes de calidad y una cuidadosa preparación. Giuliano y Franco supieron conectar con un público exigente a través de pastas artesanas combinadas con productos nobles como el parmesano, la trufa o el champán. Con el paso de los años, el restaurante recibió las visitas de comensales ilustres que no querían dejar pasar la oportunidad de degustar las especialidades de los hermanos Lombardo. Entre las anécdotas que ha dejado el local, destaca el hecho de que el artista Jaume Plensa tenía un plato propio en la carta.