Hay un momento muy irritante cuando estamos cocinando que seguro que has vivido mínimo una vez en la vida. Estamos hablando de cuando coges aquel cuchillo con el que, habitualmente, cortas cualquier cosa y te das cuenta de que ha perdido toda su fuerza: es imposible usarlo. Los alimentos se deshilachan en lugar de cortarse, los platos tardan más en prepararse y la sensación de desgaste es inevitable. Pero no hace falta correr a comprar un juego nuevo: hay remedios inesperados, y uno de los más sorprendentes implica un simple fragmento de papel de aluminio.
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Papel de aluminio: esto es lo que necesitas para afilar cuchillos en menos de un minuto
Si quieres afilar los cuchillos de manera efectiva y en poco tiempo, debes conocer esta técnica, que solo requiere una lámina de aluminio. Debes cogerla y doblarla varias veces para, después, deslizar el filo del cuchillo sobre el borde. Repite este procedimiento entre 10 y 15 veces, haciendo un movimiento como si intentaras cortarlo. Verás que el material utilizado hace la función de una superficie pulidora, alineando el filo y suavizando todas las perturbaciones ocasionadas por el uso habitual del cuchillo.
Este método es efectivo, según apuntan los expertos, si bien se debe ser consciente de que no hace ningún milagro. El resultado será visible en cuchillos poco desgastados, pero en el caso de aquellas hojas muy dañadas no notaremos un efecto más destacado. De hecho, es una técnica que se puede usar de manera puntual y temporal, y en ningún caso sustituye la tarea de un afilado profesional. Por eso, cuando tengamos delante un cuchillo que presenta un desgaste más acentuado, es mejor optar por mecanismos profesionales.
Más métodos para afilar cuchillos: ¿los conoces?
Más allá del recurso del papel de aluminio, existen otros sistemas que nos ayudan a conservar los cuchillos en buen estado. Seguro que has oído hablar de la piedra de afilar: debes colocar la hoja en un ángulo de unos 15 o 20 grados y hacerla deslizar repetidamente por ambos lados. Una alternativa aún más conocida y habitual es la barra de acero que, con unas cuantas pasadas rápidas, ayuda a realinear el corte. Si bien estos procedimientos requieren un poco de práctica, los resultados son notables, si se aplican con constancia.
En los últimos años, también se han popularizado los afiladores manuales y los eléctricos, unas fórmulas más sencillas. Por un lado, los manuales suelen llevar ranuras de diferentes materiales, haciendo pasar la hoja por un grano grueso primero y después por uno más fino, consiguiendo un acabado más pulido. En el caso de los eléctricos solo tienes que introducir el cuchillo y dejar que la máquina haga el resto. Eso sí: desgastan más el acero.