Podemos ha tenido una década de vida. Todo indica que el verdugo de Izquierda Unida ha quedado sentenciado a muerte por Sumar. Pero su legado se mantiene intacto: dinamitar el mostrador político español —igual que Ciudadanos, y después Vox— y reivindicar un espacio situado a la izquierda del PSOE con tal fuerza que evita, a toda costa, que los socialistas puedan ganar unas elecciones generales por mayoría absoluta. En nueve años, las manifestaciones de los indignados del 15-M se han traducido en una entrada en las instituciones de la izquierda alternativa, y Pedro Sánchez ha conseguido cambiar el liderazgo del espacio para tener a Yolanda Díaz a su izquierda, una persona que le genera más confianza que Pablo Iglesias.

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Así como la trayectoria política de Ciudadanos se ha explicado siempre a través del Procés, el del espacio a la izquierda del PSOE se explica a través de la crisis económica. Aquel fenómeno marca el despido de José Luis Rodríguez Zapatero al frente de los socialistas, un periodo de crisis dentro del partido (que acaba con Pedro Sánchez cogiendo las riendas de Ferraz) que lleva, posteriormente, a tener que repartirse el pastel con Podemos. Pablo Iglesias y su entorno de confianza vieron en el 15-M una oportunidad que Izquierda Unida no sería capaz de aprovechar, y crearon un partido reivindicándose como herederos de un movimiento que en las plazas gritaba "nadie, nadie, nadie nos representa".

Los primeros años de Podemos

Podemos entra en el campo de juego de la política española en un momento en que Izquierda Unida solo tiene 11 diputados en el Congreso. Tenían razón los morados en el análisis: las elecciones generales del 2011 se producen medio año después de la revolución de los indignados y la formación liderada por Cayo Lara consigue aumentar representación, pero solo se queda en 11 diputados. El primer combate electoral en el cual participa Podemos es en las elecciones europeas del 2014, presentando a Pablo Iglesias como candidato, que consigue convertirse en europarlamentario con cuatro compañeros de partido más.

Un año y medio más tarde, en diciembre de 2015, este espacio político situado a la izquierda del PSOE irrumpe con una fuerza descomunal en el Congreso de los Diputados: 42 escaños para Podemos, 12 para los comuns, 9 para la coalición de Podemos con Compromís, 6 para En Marea y 2 para Izquierda Unida. Meses más tarde, y ante una repetición electoral causada por la imposibilidad de investir a Mariano Rajoy presidente del Gobierno, Podemos llegó incluso a soñar en hacerle el sorpasso al PSOE; algunas encuestas así lo indicaban.

Acaparrados en ese objetivo, consiguieron una coalición con Izquierda Unida, convencidos de que eso evitaría lanzar votos a la basura y fortalecería todavía más el espacio en el hemiciclo español. La noche electoral del 26-J, sin embargo, cayó una jarra de agua fría sobre la cola de Pablo Iglesias: a pesar de ser unos buenos resultados, el espacio se quedó con el mismo número de diputados que en las anteriores elecciones: 71. A partir de entonces, este espacio se ha ido debilitando.

Llegada de Pedro Sánchez al poder y debilitación de Podemos

Aquellos 71 diputados sirvieron para que en 2018 Pedro Sánchez saliera investido presidente del gobierno a través de una moción de censura. Paradójicamente, a pesar de tratarse de una moción ideada por el mismo Pablo Iglesias, fue el principio de la debilitación de su partido: con un PSOE animado y colocado en La Moncloa, empezó a engullir voto morado; y en las elecciones generales del 2019 los socialistas obtuvieron 123 diputados. 33 escaños fueron a parar en manos de Unidas Podemos, 7 para en Común Podemos, y 2 para Galicia En Común.

La bajada fue mayor unos meses más tarde. En una nueva repetición electoral, los comunes catalanes y gallegos sacaron el mismo número de diputados, pero Podemos llegó a retroceder hasta los 26 escaños. Es decir, que solo 35 diputados pasarían a estar bajo las órdenes de Pablo Iglesias. Para más inri, el partido ha empezado a caer en caída libre en las encuestas y ha sufrido una derrota espectacular el 28-M, después del suicidio político de su hiperlíder: Pablo Iglesias decidió dejar la vicepresidencia del Gobierno para presentarse a las autonómicas de Madrid de 2021 y parar los pies a Isabel Díaz Ayuso. Fracasó y acabó dimitiendo de la política activa.

El cainismo de Yolanda Díaz

Para acabar rizar el rizo, Iglesias designó como sucesora de su vicepresidencia española a Yolanda Díaz. Vio en ella madera de liderazgo, pero no predijo que sus planes de futuro pasarían por aniquilar Podemos, y liderar este espacio político a través de su nueva marca, Sumar. La actual vicepresidenta española, que tiene especial sintonía con Pedro Sánchez, ha sido arropada por el presidente del Gobierno, consciente de que ella cede con más facilidad a los planteamientos del líder del PSOE que Pablo Iglesias.

Sumar se ha convertido para Pedro Sánchez en la única muleta capaz de hacerlo presidente después de las elecciones del 23-J. A Yolanda Díaz se le tiene que atribuir un mérito, al fin y al cabo: pocos votos de este espacio se tirarán a la basura porque ha conseguido que las formaciones de la izquierda alternativa repartidas por todo el territorio español se sitúen bajo su paraguas. Pero las encuestas no pronostican que saque unos resultados muy superiores que los actuales de Unidas Podemos. Tiene un segundo objetivo, también: consolidarse como tercera fuerza en aquellas circunscripciones en que la cuarta fuerza no se dirige al Congreso, y evitar así que el PP pueda sumar con Vox y llegar a La Moncloa.

Los comuns cambian de barco: de Podemos a Sumar

Con respecto a Catalunya, el primer nombre propio que viene a la cabeza cuando se piensa en este espacio político es Ada Colau. Una persona que no solo últimamente está especialmente vinculada a Yolanda Díaz, sino que también se ha relacionado con Podemos de forma similar a cómo lo ha hecho la vicepresidenta española. Los comuns se han aliado con Podemos en los últimos años, y se han dirigido a Madrid de la mano de Pablo Iglesias. Por eso, en Catalunya, la antigua Iniciativa ha mutado en los comuns.

Cuando han visto que Podemos empezaba a perder fuelle, se han entregado de brazos abiertos al proyecto de Yolanda Díaz. Colau, que ha sido alcaldesa de Barcelona desde el 2015, ha participado en numerosos actos de Díaz durante el último año, y la vicepresidenta se volcó especialmente durante la campaña del 28-M para que Colau revalidara su cargo. No fue posible; y ahora la ya exalcaldesa de la capital catalana ocupa un lugar simbólico en las listas de Sumar para el 23-J.