Tal día como hoy del año 1898, hace 127 años, en las proximidades de Santiago de Cuba (en el extremo sur de la entonces colonia española de Cuba), se libraba la batalla de Lomas de San Juan, que enfrentaría a los ejércitos norteamericano y colonial hispánico y que sería, proporcionalmente al contingente que fue derrotado (el español), la más sangrante de la III Guerra de Cuba (1895-1898). El 1 de julio de 1898, a primera hora de la mañana, un cuerpo del ejército norteamericano, formado por 8.500 efectivos y dirigido por el general William Rufus Shafter, rodeó la posición española de Lomas de San Juan, defendida por 800 soldados de leva —de los que un centenar eran catalanes— y comandada por el general Arsenio Linares.
En aquella batalla se puso de manifiesto que los oficiales militares españoles tenían un concepto anticuado de la guerra. El general Linares concentró el grueso del ejército español (10.000 soldados) en las fortificaciones de Santiago y dispersó al resto de sus efectivos por varios baluartes situados en torno a la ciudad —dotados con guarniciones de entre 500 y 800 hombres. Estas guarniciones aisladas tenían la difícil misión de castigar el avance norteamericano para que llegara lo más desgastado posible a las murallas de Santiago. Pero con los avances tecnológicos militares del siglo XIX, sobre todo de la artillería, esta estrategia era obsoleta e inútil y hacía décadas que se había abandonado su práctica.
El ejército norteamericano rodeó el baluarte de las Lomas de San Juan y lo castigó con fuego de fusil y de artillería durante horas. Las trincheras españolas, mal situadas, se convirtieron en ratoneras y al final de la jornada habían muerto o habían sido heridos una parte importante de los soldados de aquel baluarte: 58 muertos, 170 heridos y 39 capturados durante los combates. Dos días más tarde, la flota norteamericana hundía el grupo de guerra español del almirante Cervera frente el puerto de Santiago y, acto seguido, el general español Toral rendía la ciudad. Sin embargo, Linares, posteriormente, fue nombrado ministro de Guerra (1909) y ordenó la leva forzosa de los reservistas catalanes en la Guerra de África, lo que conduciría a la Semana Trágica.