Tal día como hoy del año 1705, hace 320 años y en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715), en la ermita de Sant Sebastià, situada en un discreto paraje boscoso de la parroquia de Santa Eulàlia de Riuprimer (entonces veguería de Vic y actualmente comarca de Osona), se reunían los representantes más destacados del clandestino partido austracista catalán con algunos delegados de las potencias que formaban la alianza internacional austracista. El partido austracista catalán era una organización perseguida por el régimen borbónico, pero tenía el apoyo de la parte mayoritaria de la sociedad catalana de la época.
Durante la reunión se acordó que el clandestino partido austracista catalán pondría en práctica una serie de maniobras para tomar el poder en Catalunya: expulsaría al virrey hispánico Fernández de Velasco del régimen borbónico; reclutaría y armaría 6.000 efectivos (infantería, caballería y artillería) para el Reial Exèrcit de Catalunya (que, desde el final de la Guerra de Separación —1652—, solo era efectivo en tiempo de guerra); facilitaría el desembarque de Carlos de Habsburgo y de las tropas inglesas y neerlandesas que lo acompañarían; despediría Felipe V como conde de Barcelona (y hombre principal de Catalunya), y negociaría cortes y nombraría al austríaco en su lugar.
Aquel acuerdo se ratificaría cuatro semanas después, en Génova (20 de junio de 1705). En aquella segunda reunión, los representantes del partido austracista catalán, Domènec Perera y Antoni Peguera, se entrevistaron con el representante de la reina Ana I de Inglaterra, el comerciante inglés Mitford Crowe, que en la documentación catalana de la época se lo identifica con el sobrenombre de el pájaro y que tenía un gran conocimiento de la realidad social, política y económica de Catalunya porque había sido fabricante y exportador en Catalunya. Crowe, en nombre de Inglaterra, le reconoció a Catalunya la categoría de sujeto político con capacidad para decidir su futuro.