Tal día como hoy del año 843, hace 1.180 años, en Verdún (entonces, Imperio Carolingio; actualmente, República francesa), los tres hijos del emperador Luis el Piadoso —hijo y sucesor del emperador Carlomagno— se repartían la herencia de su abuelo. En ese acuerdo, denominado Tratado de Verdún, Luis se reservó los territorios al este del río Rin y al norte de los Alpes (el rompecabezas alemán que, más adelante, se convertiría en el Sacro Imperio Romano Germánico); Lotario se adjudicó un corredor territorial entre los mares del Norte y Mediterráneo, que abarcaba los Países Bajos, Borgoña, Provenza y Lombardía; finalmente, a Carlos le correspondieron las regiones al oeste de los ríos Mosa, Saona y Ródano. La Marca de Gotia (el extremo meridional del Imperio Carolingio), con los condados catalanes, quedó para Carlos, quien se convertiría en el primer rey de Francia.

El tratado de Verdún ponía fin al proyecto de Carlomagno, consistente en restaurar el viejo Imperio romano. Del resultado de aquella partición surgirían dos potencias con un protagonismo destacado en la historia europea de los siglos a caballo entre el año 1000: el reino de Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico. Pero hasta transcurridos ocho siglos (siglo XVI) no sería posible un nuevo intento de unidad europea, en este caso en manos de Carlos de Gante (1500-1558), que reunió el patrimonio de las casas de Habsburgo (Austria, Tirol), Borgoña (Borgoña, Países Bajos), Trastámara castellanos (Castilla y León) y Trastámara catalanes (Catalunya, Aragón, València, Mallorcas, Cerdeña, Nápoles y Sicilia) y que logró el título de emperador del Sacro Imperio (el conglomerado de principados independientes del mundo alemán).

La Marca de Gotia (el arco mediterráneo entre los ríos Ródano y Llobregat) quedó integrada dentro del nuevo reino de Francia, y sus condes (funcionarios delegados del poder central) pasaron a la autoridad del nuevo rey Carlos. En aquel momento, los condados góticos estaban gobernados por Bernardo de Septimania, nombrado por el difunto Luis el Piadoso y muy contestado por sus abusos de poder sobre la población autóctona. Cuándo el rey Carlos asumió el poder, lo cesó, pero Bernardo, con un grupo de fieles, se resistió hasta que fue detenido y ejecutado (844). En su lugar, el rey Carlos nombró Sunifredo, un magnate de origen visigodo (autóctono) que, según algunos investigadores, era hijo del conde Bellón de Carcasona y sería padre del conde Wifredo el Velloso, fundadores de la estirpe real catalana Bellónida que gobernó durante más de cinco siglos (hasta 1410).