Tal día como hoy del año 1699, hace 324 años, en Viena (archiducado independiente de Austria), nacía María Josefa de Habsburgo y de Brunswick; hija primogénita del archiduque José I de Austria y de Guillermina Amalia de Brunswick. José I era el hermano mayor de Carlos de Habsburgo, que en el conflicto sucesorio hispánico que estallaría, tan solo, un año y pico más tarde (1701), sería el candidato de los países de la alianza internacional austriacista (reinos de Inglaterra, Países Bajos y Portugal; ducado independiente de Saboya; y países de la Corona catalanoaragonesa) al trono de Madrid.

No obstante, Josefa, inicialmente, jugó un papel secundario en el tablero político de Viena. La Ley Sálica austríaca, de tradición medieval y que impedía que una mujer —por su condición de género— ocupara el trono como archiduquesa titular, había limitado su papel a la de una simple pieza del tablero político destinada a un matrimonio estratégico. Pero la prematura y repentina muerte de su padre (1710), sin haber engendrado descendencia masculina, la situó, momentáneamente, en una posición protagonista con posibilidades de ocupar el trono de Viena.

Sin embargo, la corte de Viena, temía la influencia que podía ganar Guillermina-Amalia, la archiduquesa viuda, que se convertiría en regente hasta la mayoría de edad de María Josefa. Y sobre todo, la influencia que podía ganar la casa matriz de la archiduquesa, que gobernaban el estado independiente de Hannover-Brunswick, que tenían intereses políticos y económicos comunes con las casas reales de los Países Bajos y de Inglaterra, y que eran de confesión luterana. Por todos estos motivos, las oligarquías cortesanas austríacas, se negaron a valorar la posibilidad de coronar a Josefa.

La inesperada muerte de José I y la no sucesión de su primogénita, tuvo unas consecuencias directas en la guerra de Sucesión hispánica. La corte de Viena proclamó a Carlos de Habsburgo nuevo archiduque de Austria (1711). Y a partir de aquel momento, la alianza internacional (excepto Catalunya y Mallorca, los únicos territorios de la Corona catalanoaragonesa que no habían sido ocupados por los borbónicos) empezó a retirar el apoyo a su candidatura. Pasados dos años, todos los aliados, excepto Catalunya y Mallorca, se retirarían del conflicto (Tratado de Utrecht, 1713).

Acto seguido, Felipe V —el primer Borbón hispánico— promulgaría el Reglamento de Sucesión (1713), una especie de Ley Sálica creada a propósito para impedir que los catalanes y los mallorquines proclamaran a María Josefa como reina de la monarquía hispánica y consiguieran reactivar un conflicto que, después de Utrecht, tenía el destino decidido. María Josefa habría sido una candidata idónea, porque no ostentaba ninguna corona, y, por lo tanto, ni podía concentrar dominios —como sí que habría hecho su tío después de ser proclamado en Viena—; ni, en consecuencia, habría puesto en riesgo el equilibrio europeo.