Tal día como hoy del año 1468, hace 556 años, en Tarragona, moría la reina Juana, segunda esposa del rey Juan II (el tercer Trastámara en el trono de Barcelona) y madre de Fernando, posteriormente, Fernando II, llamado el Rey Católico. Juana había nacido el año 1425 en Torrelobatón (una pequeña villa al norte de la Corona castellanoleonesa) y era hija Fadrique Enríquez de Mendoza, almirante de la marina castellanoleonesa, y de Marina Fernández de Córdoba. Cuando fue casada con Juan II (1 de abril de 1444), quien sería su marido tenía 46 años, y ella acababa de cumplir los 19.

El matrimonio de Juan y Juana formaba parte de una estrategia de la cancillería de Barcelona, consistente en atraer el núcleo del poder castellanoleonés hacia los Trastámara catalanoaragoneses y, particularmente, hacia su ambición de devorar, políticamente, sus parientes Trastámara castellanoleoneses y reunir los dos principales tronos peninsulares. El padre de Juana, en su calidad de almirante, era uno de los hombres más poderosos de la Corona castellanoleonesa y era uno de los principales aliados de los Trastámara de Barcelona en la corte de Toledo.

Cuando Juana llegó a Catalunya quedó impresionada por la miseria que imperaba en el mundo campesino catalán; contrapuesta a la pujante agricultura castellana. En Catalunya, como en casi todos los dominios medievales europeos, el régimen feudal (especialmente hostil con las clases humildes) había arraigado con mucha fuerza. Y el campesinado catalán había perdido la propiedad de la tierra y había quedado sometida a durísimas servidumbres. En cambio, en los dominios cristianos peninsulares, el régimen feudal no había arraigado con fuerza, y el pequeño campesinado era una clase propietaria, libre y relativamente rica.

Juana siempre apoyó a los campesinos de remensa catalanes, ante los abusos de los barones feudales del país. Y cuando estalló la Revolución Remensa (1462), que enfrentó al campesinado con la aristocracia latifundista; influyó para poner el estamento de la corona al lado de las reivindicaciones de las clases agrarias humildes: la supresión de los malos usos. No obstante, Juana vio en aquel conflicto la oportunidad de obtener un enorme rédito político: fragmentar el poder del estamento nobiliario del país, que rivalizaba, económica y políticamente, con el estamento de la corona.