Tal día como hoy del año 1781, hace 241 años, en Valencia; moría Gregori Mayans i Siscar, que en el transcurso de su vida había sido una de las figuras más destacadas de la intelectualidad española del siglo XVIII; y que, posteriormente, sería considerado —con el gallego Benito Feijoo— uno de los dos principales representantes de la primera Ilustración española. Mayans había nacido en Oliva (País Valencià) en 1699; en una familia de la élite local que tuvo una destacada participación en la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715). Su padre, Pasqual Mayans, fue miembro de la cancillería de Carlos de Habsburgo en Barcelona.

Por este motivo, Mayans sufrió injurias y difamaciones durante toda su vida, a manos de personajes del régimen borbónico. En 1730 se vio obligado a abandonar su tarea docente en la Universidad de Valencia, después de una durísima campaña de difamación promovida por los catedráticos castellanos impuestos por el régimen borbónico, y que culminaría con la alteración del resultado de unas oposiciones para impedir que Mayans se convirtiera en cofrade de la Universidad. Y todavía en 1767, los rectores universitarios españoles trincharon su proyecto de modernización de la enseñanza superior que le había encomendado, personalmente, el rey Carlos III.

Gregori Mayans, Josep Climent (Castellón, 1706 – 1781), que sería obispo de Barcelona (1766-1775), y Baldiri Reixac (Sant Martí d'Ollers, 1730 – 1781) defendieron la recuperación del uso público de la lengua catalana en todos los ámbitos de la vida ciudadana; pero especialmente en el de la enseñanza: desde las escuelas de "primeras letras" hasta la universidad. Mayans proclamaría que "siempre es necesaria la conservación de la lengua catalana para la inteligencia de las leyes y de la doctrina cristiana, pues en nuestro reino hay muchos que las aprenden en castellano, y no las entienden porque no saben la lengua extraña".