Tal día como hoy del año 1640, hace 378 años, el virrey hispánico Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma, en previsión a los hechos que se acabarían produciendo dos días después —Corpus de Sangre— ordenaba la prohibición de que los segadores acampados en las afueras de Barcelona accedieran al interior de la zona amurallada. Cuando se dictó esta prohibición, se estima que en el plano de Barcelona había unos diez mil segadores acampados que, como pasaba cada año, acudían a la capital para ser contratados como jornaleros de la siega en los campos de cereal de los valles bajos del Besòs y del Llobregat.

Esta prohibición estaba motivada, principalmente, por los hechos del 22 de mayo anterior, cuando un grupo numeroso de segadores acampados en Sant Andreu de Palomar había expulsado a una compañía de Tercios de Castilla que saqueaba la población, los habían perseguido hasta el interior de Barcelona y, una vez dentro de la ciudad, habían asaltado las mazmorras y habían liberado a los diputados de la Generalitat Francesc de Tamarit, Francesc Joan de Vergós y Lleonard Tamarit; recluidos por orden del virrey Santa Coloma a instancias del conde-duque de Olivares, ministro plenipotenciario del rey Felipe IV.

Aunque aquella orden la firmó Santa Coloma, los dietarios de la Generalitat revelan que el virrey había actuado presionado por las élites de la ciudad, aterradas por el rumbo que adquirían los acontecimientos. El mismo día, las masas populares de Barcelona se habían concentrado en el puerto para impedir el desembarque del teniente general de la Armada hispánica, García de Toledo Osorio, que había llegado a bordo de las galeras reales para reforzar el aparato militar hispánico acuartelado en Barcelona. Aquella orden, que precisaba la autorización del Consell de Cent barcelonés, no sería ratificada y no entraría en vigor.