Tal día como hoy del año 1643, hace 376 años, Josep Fontanella i Gavarrer —hijo de Joan Pere Fontanella, que había sido conseller en cap de la I República Catalana (1641)— se despedía de las autoridades del país para emprender viaje hacia Münster, donde estaba previsto iniciar las negociaciones de paz de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Los Tratados de Münster y Osnabruck formarían parte del conjunto de acuerdos que se conocerían como la Paz de Westfalia y que consagrarían la independencia de los Países Bajos y de la Confederación Helvética. Según las fuentes documentales, Fontanella partió de Barcelona al día siguiente, día 20 de agosto, a las dos de la tarde.

Fontanella había sido nombrado representante del Principado de Catalunya (entonces un estado independiente bajo la protección de Francia), por el cardenal Mazzarino, ministro plenipotenciario de Luis XIV de Francia. En aquel nombramiento tuvo mucha importancia su posicionamiento político —claramente francófilo— y su prestigio personal y familiar —era uno de los políticos más destacados e influyentes del país y su padre, Joan Pere, había sido uno de los juristas más prestigiosos de Europa. Fontanella, antes de llegar a Münster, hizo una larga estancia en Versalles para coordinar la posición catalana con los intereses de la monarquía francesa.

En las negociaciones de Münster, Fontanella se convirtió en uno de los negociadores más destacados: defendió encarnizadamente la independencia de Catalunya, de los Países Bajos y de la Confederación Helvética. Pero la posición de debilidad de Francia (que, en aquel momento, estaba afectada por una gran revuelta occitana liderada por Jan Petit y conocida como la Jacqueria), le hizo sospechar que Mazzarino acabaría traicionando a los catalanes y entregando el país a la monarquía hispánica. Aquellas sospechas —que el tiempo acabaría confirmando— enturbiaron su relación particular con el ministro plenipotenciario francés y la relación política entre la Generalitat y la monarquía francesa.