Tal día como hoy del año 1941, hace 79 años, llegaba a Barcelona el ministro de Trabajo del régimen nazi Fritz Ebespacher. La prensa de la época únicamente revela que se reunió con elementos del aparato nazi en Barcelona: el cónsul del régimen nazi alemán en Barcelona Rolf Jaeger, y el jefe local del partido nazi Walter Bartoleit. Pero, en cambio, la investigación historiográfica revela que mantuvo varias entrevistas con el aparato policial-judicial franquista, con el propósito de obtener una masa de trabajadores esclavos que tenían que ser destinados a las fábricas de armamento del Reich.

Sólo unas semanas después (noviembre-diciembre de 1941), salían de Barcelona en dirección a Alemania dos convoyes ferroviarios con más de 1.000 obreros catalanes. Aquel contingente estaba formado por represaliados republicanos que fueron empujados a viajar por las autoridades franquistas con la falsa promesa de que su nombre desaparecería de las inmensas y funestas listas de "depurados" ideológicos. Oficialmente, formarían parte de un supuesto programa de intercambio de mano de obra especializada (denominado Patria, Pan y Justicia) entre los regímenes franquista español y nazi alemán.

Pero aquel supuesto convenio, en realidad, era un acuerdo privado entre Franco y Hitler (promovido por los ministros Serrano Suñer y Himmler) destinado a pagar la deuda franquista por la participación nazi en la Guerra Civil española (1936-1939). Aquellos trabajadores catalanes nunca cobraron los salarios prometidos: cuando llegaron a destino, fueron convertidos en mano de obra semiesclava, fueron privados de libertad y obligados a trabajar en condiciones infrahumanas, y gran parte de su remuneración fue directamente abonada al régimen nazi.