Tal día como hoy del año 1291, hace 727 años, los reyes Jaime II, soberano de la corona catalanoaragonesa, y Sancho IV, soberano de la corona castellanoleonesa, firmaban en Monteagudo (Castilla) un tratado por el reparto de las respectivas zonas de expansión en el norte de África. En aquel tratado, denominado Concordia de Monteagudo, Sancho IV de Castilla se reservaba la conquista del reino de los benimerines (también conocidos como marínidas), que correspondía al actual territorio de Marruecos; y Jaime II de Aragón, el territorio de Tlemecén, que se correspondía al actual tercio norte de Argelia y la totalidad de Túnez. En aquel tratado, el límite acordado entre las dos respectivas zonas se fijaba sobre el río Muluia, que actualmente separa los estados de Marruecos y de Argelia.

El año 1291 los soberanos catalanoaragoneses ya habían completado su expansión peninsular. Pocos años antes habían sido incorporadas a sus dominios las comarcas meridionales del País Valencià. Y los monarcas castellanoleoneses, por su parte, habían ocupado la mitad de Andalucía y habían conseguido aislar el reino nazarí de Granada, que se mantenía como el único dominio islámico en territorio peninsular. La Concordia de Monteagudo revela que el proyecto expansivo de los dos principales reinos peninsulares no se completaba con el dominio de la península Ibérica (la antigua Hispania romana), sino que pasaba por ocupar los territorios norteafricanos de las antiguas provincias romanas de la Mauritania Tingitana (por Sancho IV) y de la Mauritania Caesariense (por Jaime II).

Aquel proyecto expansivo no se materializaría nunca. Poco después de la firma del tratado, la corona castellanoleonesa entraría en un largo periodo de guerras civiles marcado por las luchas de poder entre diferentes ramas menores de la estirpe real. Y la corona catalanoaragonesa, también entraría en una fase de estancamiento, provocada por el progresivo desequilibrio entre la producción y la población. En cambio, este periodo de inestabilidad peninsular coincidiría con la etapa de plenitud del reino de Mallorca, que desde la muerte de Jaime I se había constituido en una entidad independiente de la Corona de Aragón. Durante el reinado de Jaime III los mallorquines no tan sólo siguieron frecuentando los puertos de Berbería (actuales Marruecos, Argelia, Túnez y Libia); sino que serían los primeros europeos en tocar tierra en las Canarias, y de explorar la costa nordoccidental africana.