Tal día como hoy del año 1714, hace 306 años, en el contexto de la Guerra de los Catalanes (1713-1714), última fase del conflicto sucesorio hispánico, los ejércitos borbónicos franco-castellanos, que habían perforado la muralla de Barcelona y habían vencido los regimientos civiles que la protegían, penetraban en el interior de la ciudad. Durante horas —hasta exactamente la medianoche entre los días 11 y 12—, los borbónicos ocupantes y los defensores de Barcelona se entregaron a una intensa batalla calle a calle y casa a casa. Los principales escenarios de aquella batalla fueron los barrios de la Ribera y del Born. Se estima que, sólo, en aquella trágica jornada murieron más de 10.000 personas: unos tres mil defensores y unos siete mil ocupantes.

No obstante, la victoria cayó hacia el bando ocupante. Cuando los borbónicos penetraron por la brecha del baluarte de Jonqueres (en la actual plaza de Urquinaona) las defensas civiles de Barcelona estaban exhaustas. Venían de un largo periodo de guerra en condiciones de inferioridad numérica y armamentista. Los aliados internacionales habían evacuado sus fuerzas el 30 de junio de 1713. Y el 25 de julio, también de 1713, los borbónicos habían iniciado un asedio sobre Barcelona que se prolongaría por espacio de más de 400 días. Durante aquellos 13 meses y medio de asedio, el ejército de la alianza borbónica de las Dos Coronas (Francia y Castilla) habían lanzado miles de proyectiles sobre Barcelona que habían causado miles de muertes civiles y el derrumbe de docenas de edificios.

La victoria borbónica no se certificó hasta por la tarde del día 12. Después de aquellos intensos combates, Barcelona presentaba un aspecto dantesco. Las casas, las calles y las plazas de la ciudad estaban llenas de muertos. Incluso, algunos civiles que no habían participado en el combate —enfermos, ancianos, niños— aparecerían muertos, brutalmente ensartados o bien carbonizados, en cualquiera de los casos, por la saca y el incendio perpetrados por los borbónicos. El caso de Barcelona sería ampliamente divulgado por los medios de la época. Durante décadas, la prensa europea relacionaría y compararía la resistencia y las masacres de la primera mitad del siglo XVIII con las de Barcelona; siempre poniendo de relieve la extraordinaria actitud de su ciudadanía en un momento principal de su historia.