Tal día como hoy del año 1150, hace 871 años, en Lizarra/Estella (entonces reino de Navarra), moría el rey García V, que durante los últimos años su vida había desplegado una intensa labor diplomática con el objetivo de unir el reino de Navarra y el condado independiente de Barcelona. García V participaba plenamente de la ideología de los poderes de la época, que pretendían unificar los diversos dominios cristianos peninsulares tomando como referencia el mapa provincial romano y visigótico. En este sentido, había una corriente ideológica instalada en las cancillerías de Barcelona, Zaragoza y Pamplona partidaria de crear un estado cristiano sobre los límites de la antigua provincia Tarraconense, que tenía que agrupar los condados catalanes y los reinos de Aragón y de Navarra.
Esta estrategia también pretendía alejar a los castellanos y los leoneses del valle del Ebro. García V, que había llegado inesperadamente al trono después de una sucesión de hechos fortuitos, siempre se encontró en una situación de vulnerabilidad con respecto a los reyes de Castilla y de León. Hijo de un nieto ilegítimo del rey García IV de Navarra, fue entronizado por las oligarquías navarras que habían rechazado el testamento de Alfonso el Batallador ―quien había legado los reinos a las órdenes religiosas-militares― y personificó la separación de Aragón y Navarra. Por lo tanto, fue un contemporáneo de Ramiro el Monje (el heredero aragonés de Alfonso) y no tan sólo vivió de muy cerca las negociaciones de la unión dinástica de Barcelona y de Aragón, sino que las entorpeció todo lo que pudo.
Efectivamente, García V pretendía que Ramón Berenguer IV renunciara a su noviazgo con Petronila de Aragón (la hija y heredera de Ramiro de Aragón) y aceptara casarse con su hija Blanca. Aunque Blanca no era la primera en la línea sucesoria navarra, aquel matrimonio tenía el objetivo de entroncar las dos casas soberanas con el propósito, en un tiempo no demasiado lejano, de desembocar en una unión dinástica. También tenía el propósito de formar una pinza Barcelona-Pamplona que habría devorado Aragón. Ramón Berenguer IV aceptó aquella propuesta. Incluso estuvo dispuesto a anular el matrimonio con Petronila (agosto, 1150). Pero la prematura muerte de García V y el posterior y convulso interregno que vivió Navarra devolvieron las cosas a su escenario inicial.