Tal día como hoy del año 1905, hace 115 años, moría en la antigua villa de Sarrià Francesc Mora i Borrell, que entre 1878 y 1896 había sido obispo de Monterrey-Los Angeles (la diócesis más antigua y la más poblada del estado de California). Mora (Gurb, Osona, 1827 – Barcelona, 1905) había sucedido en el cargo a otro obispo catalán: Tadeu Amat i Brusi (Barcelona, 1811 – Los Ángeles, 1878). Y este último había sido el sucesor del segundo obispo de California (con sede en Monterrey) Josep Sadoc Alemany i Conill (Vic, 1814 – València, 1888), cuando en 1853 fue nombrado arzobispo de San Francisco de California.

Así pues, se da la circunstancia de que entre 1853 y 1888, las dos principales diócesis de California estarían dirigidas, ininterrumpidamente, por obispos catalanes. Aquella tradición tenía su origen en la evangelización del territorio, promovida por los religiosos mallorquines Antoni Llinàs i Massanet (1635-1697), Miquel Josep Serra i Ferrer (1713-1784) y Francesc Palou i Amengual (1723-1789) y el catalán Pere Font (circa 1730-1781) que habían acompañado a Gaspar de Portolà y al Cuerpo de Voluntarios Catalanes en la primera exploración de California.

Estos evangelizadores se inspiraban en la labor de Ramon Pané, el primer misionero en América (1492); de Joan Saloni, el misionero de las llanuras sudamericanas (siglo XVI); o de Pere Claver, el gran defensor de los esclavos (siglo XVII), que, a diferencia de lo que hacían los clérigos castellanos, aprendían las lenguas autóctonas con el propósito de que su mensaje no entrara en colisión ni provocara la destrucción de las culturas autóctonas. Los obispos catalanes de California ejercieron con acierto su gobierno en una etapa convulsa: la llegada masiva de colonos angloparlantes y la anexión del territorio a los Estados Unidos.