Tal día como hoy del año 1940, hace 80 años, en el contexto inicial de la durísima posguerra que había seguido el conflicto civil español (1936-1939), el dictador Franco presidía la ceremonia "de adopción" de 82 pueblos y ciudades del estado español que, paradójicamente, habían sido destruidos durante la Guerra Civil (1936-1939) por la artillería del ejército franquista o por las aviaciones de los regímenes nazi alemán y fascista italiano. Para formar parte de aquel colectivo, la Dirección General de Regiones Devastadas, exigía que la trama urbana de estos pueblos y ciudades tenía que estar destruida en más de un 75%. Aquella tétrica campaña de enaltecimiento de la guerra y de sublimación de la muerte, fue bautizada por el mismo régimen como "Pueblos adoptados por el Caudillo".

En aquella nómina de pueblos "adoptados" (que presentaban más de un 75% de destrucción) había 18 pueblos catalanes y 23 pueblos valencianos, que representaban el 50% del total del estado español, lo cual da una precisa idea del nivel de ensañamiento que empleó el ejército franquista en la ocupación de Catalunya y del País Valencià. Entre los pueblos y ciudades catalanas destacaban Lleida y Tortosa; y tres capitales de comarca: Les Borges Blanques, Móra d'Ebre y Gandesa. Y entre las valencianas, Castelló, València y Alacant y seis capitales comarcales: Nules, Sogorb, el Valle de Uixó, Xàtiva, Sagunt y Torrent. En cambio, inexplicablemente, otras ciudades que habían sufrido una gran destrucción (como Barcelona, Reus, Granollers, Tarragona, o Figueres) fueron excluidas.

No obstante, aquella campaña "de adopción", que se presentó como una exhibición de músculo del régimen franquista, acabó como la inmensa mayoría de los proyectos de aquella naturaleza: aquellas "adopciones" quedaron en nada, más allá de la reconstrucción de alguna infraestructura. En Tarragona, que había sufrido un nivel de destrucción de entre un 25% y un 50%, tuvo que ser la iniciativa privada local la que emprendiera medidas para recolocar a los vecinos de las casas destruidas. El año 1950 (diez años después de las "adopciones" y de una dura lucha con las autoridades locales franquistas) un grupo de promotores privados locales iniciaron la construcción del barrio de Torreforta, destinado a emplazar familias que, durante una década, habían vivido amontonadas.