Tal día como hoy del año 1232, hace 788 años, en Lleida, la primera feria agraria de Sant Miquel de la historia leridana abría sus puertas. Según la documentación coetánea, el conde-rey Jaime I dejó escrito: “Us donem, concedim i aprovem, de manera perpètua, a vosaltres, dilectes i fidels nostres Ramon Clavell, Pere de Marimon, Bernat Guasch i Joan de Safont, cònsols (paers), i a través vostre, a tota la universitat (referit a la Paeria) de Lleida, tant als presents com als futurs, fires que celebrareu anualment a la ciutat en qualsevol lloc, dins o fora, que els cònsols i prohoms veieu més convenient. Dites fires se celebraran sempre per la festa de Sant Miquel de setembre”.

Desde entonces, la feria agraria de Sant Miquel se ha celebrado de forma casi ininterrumpida durante más de siete siglos, incluso —en algunas ocasiones— cuando la ciudad ha sido amenazada o devastada por conflictos bélicos. En el transcurso de su larga historia, la feria de Sant Miquel ha evolucionado y ha experimentado varias transformaciones sin perder su objetivo primigenio: el año 1921, a sugerencia de la Mancomunitat de Catalunya, se abrió a la exposición de maquinaria agrícola, pasando a competir con la Fira de Sant Josep de Mollerussa (existente desde 1872) por el liderazgo catalán (e incluso peninsular) de esta especialidad.

A partir de 1930, la feria adquiriría su aspecto actual. Desde entonces, se ha convertido en un gran escaparate continental de la fruta, de la maquinaria agrícola y de la ganadería, y ha impulsado la celebración de múltiples congresos internacionales que han representado —y que representan— una importante inyección para la economía de Lleida. Desde 1985, paralelamente a la feria, se celebra el Salón Internacional Eurofruit, que ha consolidado la marca que asocia las tierras de Lleida con la producción de fruta dulce. Actualmente, la Fira de Sant Miquel ocupa un espacio en los Camps Elisis de más de 63.000 m2, divididos en cuatro grandes pabellones y zonas exteriores de exposición ganadera.