Tal día como hoy del año 1931, hace 88 años, el abogado francés de origen occitano, Henri Torrés, que había defendido a los encausados por los Fets de Prats de Molló (París, 4 de noviembre de 1926 – 23 de enero de 1927) visitaba con su esposa el que había sido su principal cliente en aquella causa, Francesc Macià que, cuatro años después de aquel juicio, era presidente de la Generalitat. En el transcurso de aquel juicio, que gracias a la buena tarea de la defensa se falló con una condena mínima, nació una fuerte amistad entre Torrès y Macià, que perduraría en el transcurso de los años. Aquella visita, aunque no tenía un carácter institucional, trascendió porque tenía una fuerte carga simbólica.

Por este motivo, aquella visita, a pesar de su naturaleza estrictamente privada, no pasaría desapercibida. Según la prensa de la época (La Vanguardia, edición del día siguiente 28 de mayo de 1931), la pareja presidencial destinó toda la jornada a agasajar al matrimonio Torrès. El recorrido de aquella visita explica, también, los lugares del país que en aquella época tenían más proyección exterior. Según la nota de prensa, los Macià y los Torrès visitaron la abadía de Montserrat desde primera hora de la mañana hasta después de comer y la villa de Sitges desde primera hasta la última de hora de la tarde. El día siguiente, a las 14 h 55, los Torrès abandonaban la capital catalana en dirección a París a bordo de un tren pullman que salía de la Estación de Francia.

La prensa revela que los Torrès fueron recibidos y despedidos por la pareja presidencial y por un numeroso grupo de admiradores. Torrès no solo había sido el abogado de Macià, sino que era un prestigioso letrado especializado en asuntos políticos y en la defensa de los derechos humanos con un larga tradición familiar y un largo recorrido profesional. Su abuelo materno, el alsaciano de origen judío Isaiah Levaillant, había sido el fundador de la Liga por la Defensa de los Derechos Humanos y Civiles de Francia durante el caso Dreyfus (1894). Y Torrès, particularmente, había defendido con éxito, entre otros, a Germain Breton, acusada del asesinato del líder de la extrema derecha francesa, Marius Plateau, o a Sholom Schwartzbard, acusado del asesinato del instigador de las matanzas zaristas en Rusia.