Tal día como hoy del año 1714, hace 311 años, Jorge de Hannover —príncipe elector de Hannover y sobrino y heredero de la reina Ana I de Inglaterra— llegaba a Londres para ser coronado. Ana I había muerto el 1 de agosto anterior sin descendencia directa y el Parlamento había elegido a Jorge para sucederla. Jorge era soberano del principado independiente de Hannover (en el norte de la actual Alemania) y, como elector al trono imperial, estaba políticamente vinculado a los Habsburgo, emperadores del Sacro Imperio. Y, además, estaba casado con Sofía de Brunswick, miembro de una familia muy relacionada con la casa imperial austríaca y muy comprometida con la candidatura de Carlos de Habsburgo durante la guerra de Sucesión hispánica (1701-1715).

Según las fuentes documentales, inmediatamente después de la coronación y durante la primera reunión con sus cancilleres, planteó la necesidad de hacer valer el Pacto de Génova (1705), que habían firmado el gobierno inglés y el partido austracista catalán, que introducía Catalunya en el conflicto del lado de los Habsburgo —como una nación soberana que tenía reconocida su categoría de sujeto político— y que comprometía a Londres a garantizar el edificio político foral catalán, con independencia del resultado del conflicto. Jorge de Hannover, como una parte importante de la opinión pública inglesa, consideraba que la retirada inglesa del conflicto y el abandono a los catalanes perjudicaba notablemente la imagen que Londres quería proyectar al mundo.

Por ello, puso sobre la mesa el proyecto de botar una flota de guerra británica que debería dirigirse a Barcelona para romper el sitio borbónico que la atenazaba desde hacía más de un año (julio, 1713). El propósito de Jorge I de Inglaterra era auxiliar a los resistentes de la capital catalana y rescatar Barcelona de las garras borbónicas. Pero sus cancilleres le informaron de que Barcelona ya había caído y que la resistencia catalana —que tenía que dar apoyo al desembarque británico— había sido desarticulada tras la capitulación de la ciudad. Jorge I tuvo que desestimar su proyecto, pero siempre quedará la duda de lo que habría sucedido si hubiera podido llegar unas semanas antes a Londres para ser coronado.